viernes, 22 de octubre de 2010

Capitalismo y socialismo, el azote del desempleo

Por Carlos Figueroa Ibarra

Un fantasma recorre el mundo entero, el fantasma del desempleo. Y el hecho resulta significativo entre otras cosas, porque el paro laboral corroe el mito derechista de que quien es trabajador se hace rico y quien es holgazán termina en la pobreza. Millones y millones de personas en el planeta dejan su vida en extenuantes jornadas laborales y terminan su vida como desechos humanos y en la miseria. Y no todos los que viven en el mundo de la riqueza son ejemplos de la ética protestante de la que habló Max Weber, aquella que se rige por la máxima de que "el tiempo es oro". Las clases opulentas están llenas de parásitos que viven de las regalías que generan los integrantes de sus familias que viven su vida como diligentes empresarios.


Independientemente de lo falaz que es la asociación entre trabajo y riqueza, el hecho cierto es que el desarrollo tecnológico en el contexto del capitalismo, lanza al desempleo a millones de personas. Desde el siglo XIX Marx acuñó en su obra las categorías de "ejército industrial de reserva" y "superpoblación relativa" las cuales relataban cómo la instalación de maquinaria y métodos de producción cada vez más sofisticados desplazaban a la fuerza de trabajo y lanzaban al desempleo intermitente o definitivo a importantes segmentos de la clase trabajadora. En la actualidad, la automatización de la producción hace que cada vez más se produzca más riqueza con menos cantidad de trabajadores.

Desde el surgimiento del neoliberalismo hace unos 30 años, el mundo ha vivido aproximadamente cien crisis financieras hasta llegar a la más severa que se ha vivido desde 1929, la que comenzó en septiembre de 2008. Y estas crisis agudizan el terrible azote del desempleo. Si en 2008 había 190 millones de desempleados en el mundo, hoy se estima tal cifra entre 230 y 240 millones. A esto habría que agregar los 1,400 millones de trabajadores pobres (los que ganan menos de 2 euros al día y que constituyen el 45% de la Población Económica Activa mundial). En los Estados Unidos de América, el total de desempleados ya asciende a 15 millones, los subempleados llegan a casi 30 millones y si se preveía para 2009 una tasa de desempleo de 10%, la misma se calcula hoy en 17%. En la Unión Europea tal número asciende a 17.5, casi 2 millones más que en 2008. En España el 40% de los jóvenes está desempleado; en México se estima en 7 millones a los "ninis", los jóvenes que ni estudian ni trabajan.

En Sudamérica en 2009 se registraba un aumento de 2.4 millones de desempleados. En China se anunció en febrero de 2009, que en los últimos meses de 2008, 20 millones de chinos habían perdido su trabajo y no tenían muchas perspectivas de recuperarlo para los años siguientes. En Guatemala la situación también es muy mala según nos lo informa el ministro de trabajo del gobierno actual. De los 4.9 millones en que se calcula la Población económicamente Activa, solamente un millón tienen un empleo formal. Esto quiere decir que el 75% de la PEA en el país vive en la economía informal y la crisis ha lanzado al desempleo a 150 mil guatemaltecos en la industria y la construcción.

En el capitalismo la producción se rige por la búsqueda de la máxima ganancia y esto legitima el que millones de personas estén desempleadas. En el socialismo se supone, aunque la experiencia del siglo XX demostró lo contrario, que la producción se rige por la satisfacción de las necesidades sociales y el espíritu solidario. He aquí el dilema que enfrenta hoy Cuba. Como consecuencia de la crisis mundial y el bloqueo, la economía cubana tiene un excedente de un millón de trabajadores. En los próximos meses, medio millón de ellos serán despedidos. Al contrario de lo que sucede en el capitalismo, el socialismo cubano buscará encontrarles acomodo a ese medio millón en el negocio por cuenta propia, en las cooperativas, en la agricultura y la construcción. No será fácil y el éxito no es seguro. Pero el que se plantee esta meta revela que a pesar de los imperativos de tipo capitalista que la rodean, Cuba sigue empeñada en buscar una salida sin desvirtuar sus objetivos socialistas.

La crisis mundial afecta por igual a sociedades que tienen sistemas distintos. En el sistema dominante, el capitalismo neoliberal, el desempleo es asumido de manera despiadada y sin sensibilidad para los millones de vidas que quedan destruidas por la pobreza y la falta de realización personal. En las sociedades que trabajosamente buscan vivir el posneoliberalismo, que pretenden un mundo más justo, el desempleo no puede ser asumido con esa crueldad. El derecho al trabajo, a una vida digna, debe ser uno de los elementos de ese mundo nuevo que está por construirse.

Fuente: www.lahora.com.gt

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