jueves, 10 de febrero de 2011

Carmen Aristegui y la SIP

Por Carlos Maldonado

En cuantas ocasiones la Sociedad Interamericana de Prensa sale a la defensa de la “libertad de expresión”, especialmente, cuando se trata de países donde la tiranía “reina”: Cuba, Venezuela, Bolivia, Ecuador, Nicaragua o, cuando se violan sus elementales principios de la honestidad y la transparencia como lo que sucedió en Argentina con Papel Prensa que, a pesar, de estar encausados los dueños de los principales medios de haber conseguido por procedimientos fraudulentos incluyendo la tortura, su apropiación, los altos directivos de la SIP, sin ambages, catalogaron esta acusación como una trama contra “la libertad de expresión”, acusando a la presidenta Cristina Fernández de represora y autoritaria.


No obstante, todas esas “batallas”, las cuales considero perdidas, ahora que MVS despidió a la destacada periodista Carmen Aristegui bajo el argumento de que había violado el código de ética de la empresa, cuando la realidad es que la afamada reportera lo único que hizo fue preguntar si el presidente Felipe Calderón sufría problemas de alcoholismo, la SIP ha brillado por la ausencia de su condena a la “libertad de expresión” en el marco de este incidente. Eso demuestra, una vez más, que la SIP no responde sino cuando los cuestionados son los dueños de los medios y los gobiernos que se alinean tras la Casa Blanca en su política de defensa neoliberal.

A pesar de su fabuloso presupuesto, su logística y los recursos mediáticos a nivel internacional la SIP ha pasado de la idea de ser el ariete para atacar a los violadores de la libertad de expresión y comunicación a un cascarón hueco que resuena cuando sus amos norteños necesitan encaminar un ataque determinado contra países, gobernantes o en este caso, contra periodistas que sí están conscientes de su labor informadora y veraz y se entregan a ella con pasión. De ahí, que haya perdido credibilidad y respeto a nivel internacional.

Desde su nacimiento la SIP ha sido solo un grupo de empresarios falsarios que se reúnen para afinar las estrategias de ataque contra los “enemigos de Washington” y las oligarquías genuflexas a sus mandatos. De tal cuenta que cualquier indicio de independencia y soberanía o la exigencia de tratos igualitarios y ecuánimes por parte de gobiernos y personalidades, es tratado con enjundia y saña que se torpedean a cañonazos mediáticos para destruir o tergiversar la verdad. Incluso a cañonazos literales tal como sucedió a José Couso y colegas cuando fueron atacados abierta e impunemente por un tanque hacia la habitación del Hotel Palestina en Bagdad donde se hospedaba él y otros periodistas que cubrían la invasión de Irak por parte de las fuerzas de baby Bush pero que a diferencia de sus corresponsales como los de CNN que solo repitian sus partes de guerras, aquellos si estaban informando verazmente sobre las barbaridades que los invasores estaban cometiendo. Otro atropello más contra el cual la SIP tampoco se pronunció. ¡Casualidades de la vida!

Bueno, espero que esta vez la presión internacional sea tan grande como la verdad y los Vargas, dueños de MVS, se sientan tan avergonzados de doblarse ante las coacciones de los Pinos y, en un ataque de pundonor, restablezcan en su puesto a Carmen que siendo una periodista de tantos quilates les haría un provecho más que daño, pues con ella se restablecería la credibilidad de la empresa que ahora tiene el estigma de bajarse al nivel de los lacayos. Cosa que para un medio es la muerte mediática. Los pueblos ya no son esa masa de analfabetos y entre los anunciantes existen miles con fuertes dosis de decencia.

¡Que viva la libertad de expresión! ¡Que viva la prensa honesta! ¡Que vivan los periodistas que a pesar, incluso de la muerte, no doblan la rodilla ante la fafa ni la camorra!

Me pregunto, ¿a todo esto, que dirá Chalo Marroquín, el brillante Presidente de la SIP? ¿A saber por donde andará luego que dejó el matutino Prensa Libre de Guatemala? ¿Estará avergonzado?

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