La canción de los barrios muertos

Por Rodrigo Pérez

Te quiero invitar amable lector de esta columna a tratar de recuperar los momentos que viviste cuando niño o joven, detente en el lugar donde el olor a pasto recién cortado unido a la sonrisa de una Maga de tu cuadra te hizo creer un día, hace tantos años, que la felicidad estaba a la vuelta de la esquina.

Entonces, cuando ya no encuentres ni su casa, ni la tuya, ni el árbol donde escribiste su nombre y el tuyo con tu primer cortaplumas, y no puedas ya oler ni ver tu pasado (que es, tal vez, lo único real que te va quedando), entonces escucharás la canción de los barrios muertos.

Desde el barrio de la Transfiguración hasta la Calle de los Copantes; desde la entrada de Xela " La Rotonda " hasta el Cerro "El Baúl"; Barrio La Democracia , San Bartolomé, Las Tapias, Pacajá, caminado hasta desde la Calle del Puente de los Chocoyos hasta el Cementerio General de Quetzaltenango, después con los amigos llegar al parque Bolívar… La Cuchilla , Las Flores, San Bartolomé o al Río seco. Cada barrio, cada calle, cada sector de la ciudad altense tiene su historia, y tu barrio, tu cuadra tiene la tuya, como cuando enamorabas a tu Maga en las noches cerca del Barrio "El Calvario". Cuando tus amigos te esperaban cerca del Puente " La Revolución " al pie de la Cuesta Blanca o en el lavadero del tanque municipal.

Estoy seguro que a leer esta columna se te alojará la nostalgia en el centro de tu pecho, te darán ganas de llorar y gritar, frente a un edificio igual a miles de edificios que remodelan o se levantan todos los días, un edificio que vos sabes envejecerá mal y que vino a ocupar, con la prepotencia de un invasor, tu esquina, tu infancia… tu vida.

¿No ha escuchado el alcalde, los responsables del Centro Histórico, las inmobiliarias voraces, la canción de los barrios muertos? En sus cómodos escritorios firman y firman permisos de construcción o “remodelación”, que van demoliendo todo pasado que se les cruce por delante, como si quisieran deshacerse de tus odiseas de barrio, de tus pandillas sagradas, de todo lo que te dio fuerza un día para salir -como Ulises- a conquistar el mundo.

Pero vos al igual que Ulises ya no podrás volver, porque no habrá un "aquí". Quetzaltenango, tu Xela, será recordada como la ciudad que liquidó su futuro por asesinar su pasado. Mañana, tus nietos te tomarán de la mano y preguntarán desesperadamente: "¿Cuál era la casa donde viviste? ¿Dónde viste por primera vez a la abuela?". Entonces dirás: "Ya no están esos lugares, la vorágine inmobiliaria los destruyó; estos edificios que ves son las lápidas que la usura colocó sobre nuestros jardines muertos...".