El tirano creyó estar en el siglo XIX. Con esa animosidad mandó a sus perros a disparar contra el pueblo, a mansalva pero al rostro para que los ojos de aquel no fustigaran su ignorancia.
Martinelli supuso que estaba tratando contra su mujer e hijos. Tiranuelo como es, quiso darle al pueblo el mismo trato que da a su familia, pero se topó con la dignidad y la firmeza de los trabajadores.
El minúsculo Martinelli se siente un gigante pero cada vez que sus pretorianos arremeten contra la masa desarmada pero resuelta, su ego se desinfla. Sufre la punzada de que no es lo mismo violar los derechos de unos cuantos que trabajan en sus fábricas que los de todo un pueblo; poco a poco va decayendo en la estupidez que, como toda mala consejera, le dicta incrementar la violencia que no es más que la mecha que enciende las revueltas. Hasta sus más cercanos colaboradores se han dado cuenta de ello y le han urgido al diálogo.
Panamá, la de los obreros del Canal, la de Torrijos, la de los patriotas que cayeron en el Chorrillo contra los piratas que disfrazados de marines invadieron su patria, escribe hoy un nuevo episodio glorioso que se sumará a los que los pueblos de América han escrito con sangre en las páginas de estos siglos de ignominia y esclavitud.
Mañana será distinto, los pueblos han despertado para no dormir de nuevo hasta que hayan forjado su libertad.
Mañana habrá otra Panamá.
¡Arriba obreros de Panamá!
¡Que viva SITRAIBANA, CONUSI, SUNTRACS, FRENADESO, ASEUPA, CONATO, FAT en clara oposición al microbio Martinelli!
¡Que vivan los bravos guerreros del Canal!
¡Que viva los mártires del Chorrillo!
¡Arriba Panamá!
Carlos Maldonado
Ciudadano de América, provincia de Guatemala
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