viernes, 16 de julio de 2010

DE LECTURAS BÍBLICAS Y OTRAS PARODIAS DERECHISTAS

Por: Carlos Guillermo Maldonado

El tirano o el que lleva en su interior una veta de serlo, cree que su dios es único.

A ese filoso borde han orillado al Presidente los fariseos de la derecha dentro del parlamento salvadoreño. Obligarán a que los maestros lean diariamente, durante 7 minutos a sus alumnos, un párrafo de la Biblia, lo cual desnuda su espíritu presuntuoso y ridículo. Pretender que los pequeños acuñen, en su diáfana alma, los valores que ellos mismos han pisoteado por siglos, resulta sumamente vulgar. Pero a esas desvergüenzas se atreve la derecha para, supuestamente, meter a Funes en una trampa que procura que, si éste sanciona la ley retrocede a estadios medievales ante algunos intolerantes que, no dudo, pernoctan en las filas de izquierda; si deniega, la curia eclesial encabezará el ataque de los fanáticos e ignaros.

¿Será que a la derecha realmente le preocupa la violencia imperante? Por supuesto que no; al contrario, ésta siempre les ha sido favorable, porque tanto allá como acá, tras la máscara del crimen común realizan sus sicarios, el raleo de cabezas y lenguas que les son incómodas. Es la dueña exclusiva de la violencia contra el pueblo, porque dentro del marco de gobiernos populares, activa, como en Guatemala, sus cuerpos paralelos y paramilitares para sabotear los esfuerzos por beneficiar a la mayoría e impedir la aprobación de leyes que a sus oligarquías le sean desfavorables. No es casual el terrorismo que ejercen sus bandas paramilitares incluyendo a las maras contra la población indefensa. La vieja táctica del terror.

Entonces. ¿Cuál es el objetivo de esta ley? Primero, captar a los indecisos y crédulos entre un pueblo que, en su gran mayoría, es cristiano, máxime, si esta aspiración, sustentada en su ideología, no es sancionada por el Presidente. En segunda instancia, desgastar a Funes y distraer al pueblo de la discusión de los verdaderos problemas cuya solución está en la tierra y no en los cielos.

Funes, debiera inclinarse por sancionar la controvertida ley, sabiendo que su negativa solo traerá desgaste y la oposición de una jerarquía eclesiástica que por lo mismo es ajena al mandato cristiano de la opción por lo pobres al haber compartido las mieles del poder económico y político con la derecha. Es una simple estratagema para retrasar la discusión de los problemas ingentes que afectan a la mayoría que son los pobres y un desgaste a los diputados del FMLN.

Es una carta que el Presidente no debe dudar mucho en jugar. Al contrario, pondrá la pelota en la cancha de los que creen que con solo rezar las cosas cambiarán.

Su sanción será un paso táctico en el avance de la implementación de políticas populares que beneficien a religiosos y no religiosos. A católicos, evangélicos o de otras creencias. Al final de cuentas, la libertad de cultos es una conquista revolucionaria.

La violencia que quiere frenarse con la simple lectura de versículos bíblicos no cejará si los preceptos cristianos de “amaos los unos a los otros” no se concretan por medio de políticas económicas que procuren equidad y justicia en la sociedad, especialmente hacia los más desvalidos de ésta.

Por tanto, Funes, dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios. Veremos que cara ponen los sepulcros blanqueados que están en el Congreso.

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