miércoles, 28 de julio de 2010

LA PENA DE MUERTE… ¿DISUASIVO O ANZUELO ELECTORERO?

LA GOTERA
-No. 11- GUATEMALA, 27 DE JULIO DE 2010 –AÑO 10-


La ola de actos vandálicos cotidianos se incrementó a una escala mayor la semana antepasada al sumar varios ataques calificados de terroristas por los especialistas en seguridad. Agresiones con bombas incendiarias accionadas por celulares, ametrallamientos y asesinatos de pilotos, todo esto dirigido contra el transporte urbano y extraurbano, lo cual creó, como era obvio, un clima de inseguridad entre la ciudadanía que en su mayoría se desplaza por estos medios.

En ese marco, el partido de la UNE publicó un campo pagado donde hace referencia a un plan de desestabilización en ciernes e inculpa a un partido político de estar tras esas acciones sin nombrar a uno en particular, sin embargo, al no proporcionar pruebas contundentes de lo escrito, el comunicado, en vez de dar un mensaje de aliento y esperanza a la población, peca de tendencioso e incurre en el delito de omisión de denuncia al no proporcionar el nombre de la agrupación política que según éste está detrás de esos ataques desestabilizadores. En conclusión el gobierno al tratar de establecer las fuentes del incremento de la violencia y de su gradación cualitativa a otros estadios como el terrorista, lo cual tiene una enorme probabilidad de ser cierto, se monta, con este comunicado, al carro de la histeria y el chisme colectivos.

Inmediatamente, como reacción a ello, el Partido Patriota, con la reactividad y ligereza que caracteriza a su dirigencia, muerde el anzuelo y se sienten aludidos sin que el comunicado gubernamental hiciera referencia directa a ellos, como se hizo referencia anteriormente,. Arremetiendo contra el presidente, profirieron una sarta de argumentaciones chuscas pasándose a llevar de corbata a algunos miembros de la exguerrilla los cuales hoy forman parte de las filas gubernamentales.

Bajando el canasto y poniendo los brazos en jarras, la secretaria general del PP, dijo que los ataques terroristas bien podrían venir de la antigua guerrilla quienes, algunos, trabajan en la actual administración, porque al igual que en Colombia , los guerrilleros eran los que ponían las bombas a control remoto, por tanto, por extensión, los que hoy trabajan en el gobierno y que pertenecieron a las filas de la insurgencia, eran los que estaban poniendo las bombas en los buses. Silogismo de lo más simple y ramplón: “Todos los guerrilleros son terroristas, en Colombia y Guatemala hay guerrilleros, por tanto, todos estos son terroristas”.

En ese marco de violencia y de dimes y diretes, la agrupación Líder a la que poco después se suma el PP, elevan la petición al Congreso para que establezca de nuevo la pena de muerte y saque a Guatemala del Pacto de San José, seguras de que la mayoría de la población respaldará dicha iniciativa agobiada por la violencia campante. No explicaremos el sesgo populista y electorero de dicha moción, sino solo nos limitaremos a esbozar la reflexión: ¿Contra quien iría encaminada la pena de muerte? Por supuesto que contra los malhechores que cometan actos terroristas a cuyos protagonistas los miembros de esas agrupaciones de derecha, señalan a priori dentro de las filas de las maras. Si bien, hay fuertes indicios que así es, esos grupos no son los únicos. Hay otros grupos paralelos y paramilitares cuyos miembros poseen entrenamiento militar y que pueden seguir en la misma tónica. Además la espiral no empieza y termina allí. Al contrario, es allí donde finaliza, pero para saber donde comienza se debe averiguar primero, quienes son los autores intelectuales de ese plan terrorista. ¿Cuál es el objetivo de su montaje? ¿A quien desean perjudicar? ¿Quienes forman las redes de actores secundarios? No pueden seguir las investigaciones, persiguiendo, capturando y condenando a los “gatos” como lo sucedido en el caso Rosenberg y otros tantos más, pues si bien, terminará con la captura y castigo de los autores materiales, jamás se capturará y castigará a los intelectuales quienes seguirán utilizando a otros “sicarios” para seguir llevando a cabo sus planes. Al resguardo de la impunidad, seguro que darán pasos más audaces. De ahí que, por ello, la petición de restablecer la pena de muerte no sea más, en este momento, que una petición irresponsable y falaz de quienes quieren ganar las simpatías de una población abrumada por la violencia. Una violencia que no es común sino que da indicios de ser muy bien planificada y estructurada para causar daño a un grupo en particular que puede ser el gobierno, un grupo o un personaje incomodo para ellos, que estorbe sus planes. Por eso, recalcamos que, sabiendo quiénes están detrás de su planificación se sabrán sus motivos.

Hipotéticamente hablando, si se restableciera la pena de muerte, adivinen ¿quienes serían los condenados? No nos queda duda que los delincuentes que provienen de los estratos sociales más bajos, en consonancia con el viejo dicho: “la pita siempre se rompe por lo más delgado”. Si se fusilaran o inyectaran a todos los mareros, aún así la tranquilidad sería pasajera pues las condiciones económicas y políticas de marginación, desigualdad e injusticia social que dan como resultado consecuencias atroces como abandono, violencia intrafamiliar, inseguridad en los barrios precarios, crimen y abuso persistirían y generarían nuevos actores que indudablemente sustituirían a aquellos. El quid del asunto está en cambiar las condiciones de vida de la mayoría de guatemaltecos que vive en la pobreza y la miseria; en la marginación y la segregación; que lucha cada día por conseguir a duras penas el pan nuestro de cada día y que lo único que puede dar a sus hijos es, si bien le va, el bocado de hoy. No hay mañana en esas vidas y hacia eso nos ha arrastrado la oligarquía pomposa, despilfarradora y voraz, que con el argumento del derrame de las riquezas dentro de su sistema neoliberal acumula las ganancias fastuosas fruto del trabajo de miles de obreros, cuyo salario de miseria es solo para mal vivir en condiciones muchas veces de carácter servil, no pretende repartir jamás. Así, nunca seremos una nación justa y equitativa, como lo gritan a los cuatro vientos los ideólogos de esa rancia clase que se amodorra en sus butacas de cuero ante la televisión que los embota.

En conclusión, la agitada petición por implantar de nuevo la pena de muerte responde a un plan populista y electorero, por tanto, pérfido y contumaz para captar votos a cuenta del dolor y sufrimientos de la mayoría del pueblo de Guatemala que, para variar, son los pobres que sufren en carne viva y a diario los embates de la violencia. Con ello, la bancada Líder y el Patriota han demostrado, una vez más, que su dirigencia está conformada por gente oscura e inescrupulosa.

No hay comentarios:

Archivo del blog