miércoles, 7 de octubre de 2009

De Golpes de Estado y otras argucias oligarcas

Ante el chambre por la elección a magistrados

Carlos Maldonado
Sin empachos ni tapujos, sin respeto diría yo, varios funcionarios extranjeros provenientes especialmente de las antiguas naciones colonizadoras –que por lo mismo, intuyo, les quedó la mala costumbre de interferir tan desfachatadamente en la política interna de otro país al que, por considerarlo subdesarrollado, se sienten facultados para opinar sobre sus asuntos- se han referido abiertamente acerca de la elección de los magistrados a la Corte Suprema de Justicia. Hasta el señor Ban Ki Moon, secretario general de la ONU, a través de su vocero, ha impuesto sus consejos y reprimendas. Me pregunto. ¿Similares libertades gozarían nuestros embajadores y representantes en esos países hasta darse el lujo de reprender y cuestionar el trabajo de los legisladores de esas latitudes? Seguro estoy que no. Lo más probable es que recibirían un: ¿Por qué no te callas?, por respuesta contundente a sus intrusiones y, en el mejor de los casos, se les invitaría a limitarse a los asuntos propios de su embajada o, en el peor de los casos, a abandonar el país.


Unida a esos exabruptos colonialistas, envalentonada por el carácter fuerte de los extranjeros, que lo es porque no tienen nada que perder ni temer, la malinchista y autodenominada “sociedad civil” también hace su aparición. Desconocida totalmente para las mayorías, por tanto, digna de recelo pues, aparte de ser un ente nebuloso que no se sabe dónde empieza ni dónde termina, ni quiénes la financian, ni mucho menos qué intereses persigue, se mueve con desenfado por los centros de poder. En ella se pueden encontrar, desde izquierdistas oenegeros que con discurso socialista siguen, a pie juntillas, las premisas neoliberales y del Estado burgués, hasta los presidentes de las diferentes cámaras empresariales. Esa unión es la que da pie a la indiferencia popular, por desconfiar de sus verdaderos objetivos, pues han sido esos mismos opulentos y encorbatados señores del CACIF quienes subvencionando, pagando y mordiendo jueces y, adosando las instituciones a su sabor y antojo, han mantenido la impunidad en Guatemala, han escondido sus crímenes, su responsabilidad en la represión durante el conflicto armado pasado y actual, esquivado sus obligaciones con la nación a través de sus evasiones tributarias y ocultado sus negocios sucios a las costillas del Estado, cuya maquinaria, el pueblo, mayoritariamente pobre, es el que la mantiene funcionando.

Son esos los lobos que guían a los corderos para que vociferen fuera del Hemiciclo contra los diputados, quienes ahora que les conviene, sí son corruptos, pero cuando los necesitan para que apuntalen sus intereses, honorables.

Estos lobos son los que ahora reparten velitas y playeras blancas entre los incautos, los mandan a hacer la payasada de barrer las aceras frente al Congreso o a abstenerse de escribir titulando sus columnas con un uniforme y ridículo título: Injusticia. De balde tantas licenciaturas, tantas maestrías, tantos doctorados, para terminar de barrenderos y borregos de una clase que mantiene sumida a la población en una ignorancia y superchería total, tanto que los que uno espera entiendan mejor las cosas y las esclarezcan a las masas, también se suben al carro de la histeria echado a andar por la oligarquía.

Este es el marco en que se funda mi más íntima preocupación: ¿Cuál será el interés de los lobos? ¿Será que los magistrados que eligieron los diputados no son tan sobornables como los que ellos quieren que se elijan, o serán más caros? ¿Qué será? Porque no creo que sea por amor a la patria, al pueblo. Si realmente eso los moviera estaríamos en la dimensión desconocida.

Si repitieran la elección de los magistrados. ¿Saldrían probos los nuevos o también tendrán cola machucada? ¿No pasaron estos, el único filtro que debían pasar: las Comisiones de Postulación? ¿Para qué sirvieron éstas, entonces? ¿Para qué tanto tiempo perdido y tanto circo, si hoy de un manotazo quieren echar a la basura su trabajo? Y. lo caro que salen. Realmente no entiendo. Pues que yo sepa, esa fue la idea primigenia: que las Comisiones de Postulación calificaran a los candidatos. Luego el Legislativo elegiría entre los “calificados”. El Legislativo que no está facultado para juzgar, sino para elegir entre los “depurados” se dedicó a eso. Sin embargo, fue suficiente que un funcionario extranjero –Castresana- viniera a acusar a los congresistas de haber elegido mal para que toda la avalancha de descalificaciones y denuncias abarrotaran su seno y se ensañaran contra sus miembros. Me pregunto: ¿Será que Castresana no fue cooptado ya por el grupo de los lobos también? Me parece sintomático que éste venga a descalificar a ciudadanos pero sin aportar pruebas contundentes, con el agravante de hacerlo en un espacio que no corresponde y ante personas a quienes no les compete: el Congreso, los diputados y la ya famosa “sociedad civil”, quienes con ventaja y alevosía constituyen un juicio sumario con visos a linchamiento político. Que conste que no conozco a ninguno de los encartados, por tanto no pueden ser de mi agrado o desagrado, pero si me molesta sumamente la forma en que están siendo condenados antes de ser escuchados, juzgados y vencidos por tribunal competente. Si eso pasa con ellos, qué puede esperar un simple y común ciudadano de los de a pie ante una turba irreflexiva que hoy blande las antorchas de la “honorabilidad y la honestidad” para quemar a estos, que a pesar de todo lo que se les imputa, no han perdido su carácter de ciudadanos. Hago esa salvedad para que ni desde la “sociedad civil” ni desde las cámaras empresariales se me acuse de estar a favor de los “depurables”. Simplemente defiendo la institucionalidad que a pesar de ser burguesa, para agruras de los impólutos izquierdistas de hueso colorado, es por la que se apostó luego de la firma de los Acuerdos de Paz. ¿O no?

Como expresó un columnista, de los tantos que apoyaron el intento de “golpe de estado” contra este gobierno dentro de las argucias que pretendía la clase dominante con la novela Rosenberg y apoyó a los golpistas hondureños en sus diferentes opiniones (él lo ha manifestado en sus escritos) y escribe en un medio escrito que también apoyó el intento de golpe contra Colom y apoya el de Micheletti (así lo expresó en sus editoriales): “El asesinato del licenciado Rosenberg creó la presión pública para que el Ejecutivo y el Legislativo, a regañadientes, convirtieran la propuesta (de Nineth Montengro) en ley. ( Prensa Libre , martes 6 de octubre de 2009)

¿No será la continuación de la novela Rosenberg esta parodia de depuración del aparato de justicia? ¿No será su verdadero objetivo disolver el Congreso como lo han expresado varias liderezas de la famosa “sociedad civil” y lo dejan entrever algunos dueños o directivos de medios? (Ver Prensa Libre , Editorial del viernes 2 de octubre y Opiniones de Helen Mack, Iduvina Hernández y Geidy Mata, miércoles 7 de octubre de 2009, página 3) ¿Será que es otra genial jugada de la oligarquía aupada por sus aliados, comprometidos e ingenuos, de la “sociedad civil” para promover un golpe de Estado técnico? Lo cual indica que sus sueños golpistas no han dejado de existir, al contrario, han madurado.

Sé perfectamente que el Congreso actual -ni los anteriores- está conformado por angelitos. Y, no solo éste, sino todas las instituciones padecen similares imperfecciones, pero es lo que tenemos, nos guste o no. Es lo que eligieron, entre lo cargos a elección popular, la mayoría de los electores. Disolverlo, con el pretexto de depurarlo, significaría no solo un golpe de Estado técnico al proceso democrático que tenemos, sino a la institucionalidad que tanta sangre ha costado a los pobres que son los que ponen los muertos. Si hasta ahora, los filtros no han funcionado no es culpa de la población, sino del sistema corrupto que tenemos que precisamente por ello, funciona a la perfección para la oligarquía quien es la que paga. Y el que paga manda. La corrupción es consustancial, para información de los izquierdistas que gravitan en la “sociedad civil”, al sistema capitalista pues ayuda a hacer negocios a las cúpulas oligárquicas.

La “sociedad civil” en vez de estarse prestando a ser el vehículo y vocera de los golpistas, así como lo fue cuando varios de sus integrantes pidieron la renuncia “temporal” de Colom en la novela Rosenberg , y recientemente, exigieron a la ONU, el envío de los Cascos Azules a la hermana república de Honduras para frenar la lucha de su pueblo en consonancia con el plan del oligarca Facussé, debiera estar pidiendo que la elección de los magistrados a la Corte Suprema de Justicia fuera dirimida, al igual que pasa con los otros poderes del Estado, por la urnas. Que la población a través de voto secreto y popular pueda elegirlos y no hacerlo más engorroso y oscuro al dejarlo en manos de Comisiones de Postulación que por su número es más susceptible de cooptación por los grupos dominantes y mucho menos, transgredir el principio de independencia de poderes, al permitir que sus miembros sean electos por los miembros de otro poder del Estado como ahora lo es por el Legislativo. ¡Eso si sería un salto cualitativo en la construcción de la democracia! ¡Sería un elemento revolucionario dentro de la corruptela que existe!

Si la “sociedad civil”, realmente busca el beneficio colectivo por qué no apuntala esta propuesta, la cual es muchísimo más, democrática y participativa a diferencia de la que tenemos. Si el trabajo de las Cortes y juzgados va dirigido a todos los ciudadanos, sin excepción, es lógico que sean éstos las que los elijan y no apuntalar métodos medievales como los que existen hoy, mucho menos regresar a otros más arcaicos como los que proponen los ponentes de Pro-reforma que pretenden establecer dentro del gobierno una clase gerontocrática y vitalicia que ya sabemos a que clase pertenecerán. ¡Ah, los oligarcas y sus sueños aristocráticos!

Todo este manipuleo mediático, sustentado en el chisme, la descalificación, la acusación sin pruebas, el linchamiento político como arma para quitarse de en medio a los oponentes es parte de una campaña electoral prematura. La oligarquía que no ha dejado de lado sus planes golpistas ha puesto en marcha de nuevo su maquinaria, ha llamado a sus aliados de siempre y está jugando de nuevo el peligroso juego del golpe de Estado disfrazado ahora de una purga al Congreso. Un movimiento golpista que se viste de “cívico”, que utiliza a los incautos para cumplir sus objetivos, no es casual que utilice a huestes “noveleras” para que, a cambio de un panito y refrescos, una playera blanca y una velita, si les da la noche, cerquen el Hemiciclo a cambio de que los de adentro cumplan el capricho de quien paga el fiambre. Un desgaste para seguir con la depuración que ya sabemos a quien favorecerá. Cambiar las cosas, o a los peones, para que no cambie nada, es la premisa de los que quieren mantener a Guatemala como una gran finca en pleno siglo XXI. Como decía un tío mío: “por ay va la iguana”.

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