jueves, 23 de julio de 2009

MAÑANA PUEDE SER DEMASIADO TARDE

Carlos Maldonado

Con respecto al golpe de Estado en Honduras, he encontrado opiniones diversas, unas a favor y otras en contra, pero las que dominan el circuito mediático son estas últimas cuya insistencia se basa en que fue el Presidente Constitucional José Manuel Zelaya Rosales el culpable de su defenestración por “querer perpetuarse en el poder”.

En principio, creo justo señalar a estos editorialistas y opinantes como mentirosos, pues la propuesta de la Cuarta Urna no era un referéndum ni plebiscito, ni nada que pudiera ser vinculante u obligatorio para el Estado hondureño. Era una simple encuesta de opinión que preguntaba a los electores si estaban o no conformes con instalar una cuarta urna en las elecciones del 2013 y no en las de Noviembre de este año como se ha maliciosamente machacado en los medios de comunicación proclives a los golpistas y que múltiples censores también profieren sin tener conciencia de esa realidad. Ni mucho menos, permitir que Zelaya se perpetuara en el poder, como también argumentan estos, pues él ya no podría participar. Como se dice en buen chapín, repiten como loros lo que ni siquiera se han dado a la tarea de investigar verazmente, los más; y los menos, porque esa es la “misión encomendada”.

Aclarado ese punto -espero- quiero referirme a otro punto: la manipulación que del tema han hecho los medios, no sé como llamarlos, si de información o desinformación; de comunicación o incomunicación, pero en fin esos medios que emitiendo miles de veces un mismo metamensaje lo transforman en verdad. Claro, para ellos y una gran parte de la población, que cree a pie juntillas todo lo que los mismos profieren.

Ese libreto, como miles de otros, ha sido diseñado y mascullado primero, por los grandes medios del Norte, luego pasa, para que se rumie sin chistar en estas latitudes, desde el Río Grande hasta la Patagonia, solo hablando de nuestro continente para no extendernos a todo el mundo. Por eso, encontramos, si somos un poco acuciosos, que la opinión de que fue Zelaya el propio culpable de que los ricos y poderosos de su país apoyados por el ejército hondureño le hayan dado golpe, fue fabricada en no sé que oficina del Pentágono o de la CIA; luego, difundida a todas las oficinas de redacción de los periódicos y centrales de noticias del hemisferio y por supuesto, ya convertida ésta en una “gran verdad” dado el nivel de cobertura que estos tienen en sus diferentes países, conseguir la movilización mediática de las masas a favor de los golpistas.

Es fácil seguirle la huella a este guión solo con acceder a los diferentes sitios en la red. Muchas veces ni siquiera existe el cuidado de añadirle un lenguaje propio, característico del medio sino basta copiar y pegar lo que dicen las “agencias noticiosas” a nivel internacional que no son ni independientes ni mucho menos objetivas en su “informe”. Sobre esta base se erigen las “opiniones y comentarios” de los medios expuestos en sus editoriales y por sus “colaboradores” en sus diferentes columnas. De la misma forma, se estructuran la mayoría de programas radiales y televisivos de “opinión” que solo sirven para remarcar la “misión encomendada”. Sobre este andamiaje maniqueo se “construye” la opinión pública. Una que solo mastica la “gran verdad” convertida así por las mentiras machacadas muchas veces y sazonada con descalificaciones, especulaciones, insultos, chabacanadas y “opiniones personales de los expertos” que repiten las ideas fundamentales del discurso de la “misión encomendada” para destruir al enemigo. Si no, que lo digan los programas de farándula para poner un ejemplo muy simple. En ellos, se ensalzan o desacreditan a los artistas. Total las lisonjas o los insultos venden y proporcionan millones de dólares a los medios. Las consecuencias que sufren éstos en su vida íntima y en su psiquis no importa, lo que realmente importa a estos mercachifles es el billete. Mientras más chismes más dinero.

El golpe de Estado en Honduras ha sido un golpe contra la democracia. Entendiendo ésta como la libertad de participación y opinión que debieran gozar los ciudadanos. Sin embargo, para quienes lo fraguaron y ejecutaron es una vuelta a la “normalidad” de su vida licenciosa en el gozo de los bienes arrebatados a las grandes mayorías y de la explotación de millones de trabajadores traducida en producción. Esa es su “democracia”. Un concepto totalmente diferente al que los pueblos han venido construyendo a través de sus luchas. A través de su sangre, sudor y lágrimas.

No obstante, ser una verdad como el sol, ésta queda opacada ante el poder de las estrategias de los ricos y poderosos que se han apropiado de los medios y exacerbado las religiones, transformándolas en maniobras mercadológicas para adueñarse de la mente de los consumidores que es la población en sí. Entonces, se bombardea todos los días y a todas horas con el mensaje de que la vida “siempre” ha sido así; que en la vida “siempre” habrá ricos y pobres; que la democracia es solo acudir a cada ciertos años a votar por los mismos; que la política es sucia y los que se enredan en ella lo hacen por sus propios intereses para salir de pobres y que por eso “siempre” los políticos son gangsters y que ya sean de izquierda o de derecha, son la misma cosa. Las dos especies son mañosas, aprovechadas y oportunistas y por tanto eso es inconmovible; que los héroes no existen, solo en las historietas, que los que si alguna vez se embarcaron en un acto glorioso ha de haber sido por un fin mezquino muy en el fondo, por ilusos, por aventurerismo o por figurar; o, que si no fue por esas motivaciones fue porque realmente eran santos. Ciudadanos del más allá que no pertenecían a esta tierra. Y aquí viene el trabajo ideológico de la iglesia entre “los pobres”: beatificar a los santos, pues esa especie, que no es de este mundo, no puede ser comparada con el ser humano común y corriente quien, por lo mismo, jamás logrará alcanzar esa estatura. Esa ha sido la gran farsa sobre la que se ha erigido la vida de los santos ya sea provenientes de la vida contemplativa o la de los que ofrendaron su vida por un mundo mejor: Jesucristo, el Ché Guevara, Camilo Cienfuegos, etc. Si no es así, por qué a Camilo Torres, el cura-guerrillero no se le menciona en la iglesia oficial. Porque rompe el esquema escatológico que sirve para mediatizar la lucha de los humildes y olvidados. Para la Iglesia de los poderosos el fusil y el evangelio es una ecuación que no cuaja. Ella proclama que hay que poner la otra mejilla mientras los arzobispos ponen los bolsillos y lanzan improperios contra un gobernante legítimamente electo por las mayorías apoyando con ello a los golpistas.

Con esa reflexión eclesial de que nadie podrá ser como esos santos, por tanto, inútil luchar, se impone la desesperanza, la anomia y el conformismo. Se refuerza el egoísmo, el individualismo, el sálvese quien pueda, la indiferencia al sufrimiento ajeno y por supuesto el odio al que no es igual a mi o no piensa como yo.
Dense un paseíto por la programación televisiva o de la red y encontrarán, en la mayoría de entregas, desde esquemas religiosos cuyo mensaje fundamental es la salvación de determinado grupo de personas que por esa decisión tendrán de premio el “cielo” y que tú puedes ser parte de tan selecta tropa, si y tan solo sí, te arrepientes de tus pecados. De lo contrario estás fuera. Otros, no tienen nada de religioso, tocan el aspecto económico no obstante manejan un argumento similar al eclesiástico: sé tu parte del selecto grupo de personas que compran en… que confían en… que viven en… que visitan a … que vuelan por… que adquieren por medio de la tarjeta… que trabajan en… que se divierten en… etc. hasta los de trama violenta y pornográfica cuyos esquemas de ficción son los del heroísmo solitario que explota el individualismo en lucha por preservar el status quo (la normalidad de los poderosos) contra los deseos de liberación de los oprimidos a los cuales se les presenta como los enemigos malvados y corruptos a quienes se mete en un mismo costal donde caben desde guerrilleros por supuesto, comunistas o como se les denomina ahora, terroristas y no esos otros, los luchadores por la “libertad” como los mercenarios mal llamados en estos tiempos imperiales “contratistas”; hasta narcotraficantes, proxenetas, políticos populistas, corruptos, narcisistas, los mismos que antes eran comunistas también. Asimismo, los que embotan el cerebro de los receptores no solo con violencia e historias absurdas sino con sexo frívolo y desenfrenado, donde la mujer es presentada como un ser lascivo, lujurioso, calculador, egoísta, que solo vuelve por sus intereses y que se prostituye por placer, ocultando que las verdaderas causas de la prostitución se fundamentan en estas relaciones sociales de desigualdad e inequidad propias del capitalismo. Me he topado con “historias” de chicas en Estados Unidos, por cierto muy bonitas y con cuerpos exuberantes, que para sostener sus estudios universitarios no han tenido el menor remilgo en acostarse con uno y con otro por dinero o bailar desnudas en las barras shows que pululan en esa sociedad. Ese actuar se pone como un ejemplo a seguir para las jovencitas de otras latitudes que emulándolas por ser producto de esa sociedad tan moderna y abierta propone para “desarrollarse” y alcanzar el éxito individual convertirse en una mercancía a la cual puede manoseársele, estrujársele, violársele no solo físicamente sino en sus más elementales derechos civiles, sino también, ya enardecidos los vicios más enfermizos de los clientes, golpeársele, ultrajársele, torturársele y, por qué no, asesinársele. Cuántas muertes de mujeres no suceden dentro de estos ambientes de perversidad y negocios ilícitos de trata de blancas, esclavitud sexual, drogas, armas, etc.

En principio, se obvia el enorme costo que tiene la educación superior en Estados Unidos a diferencia, por ejemplo, de uno de esos países señalados, estigmatizados e incluso, ubicados dentro de la lista gringa de los que forman el “eje del mal”, a cuyo argumento se suman los medios: Cuba, donde los niños y jóvenes gozan de educación gratuita hasta el nivel superior. ¿A poco no lo sabían los medios etéreos y escritos? ¿Por qué no utilizan el simple método comparativo?

En segundo lugar, se presenta la prostitución como un “trabajo” más, similar al de trabajar en una hamburguesería, barriendo o lavando platos, sin hacer mención de todo el drama que este “trabajito” acarrea para sus protagonistas y sus familias. Cuántas ganancias representa para los que esclavizando a las jovencitas lucran con sus cuerpos y la lascivia de los clientes de cuyo monto una ínfima parte llega a las trabajando para ellos se exponen a peligros inimaginables. No es una explotación clásica pues a diferencia de aquella, aquí se mancilla lo más íntimo del ser humano, en este caso la mujer (aunque ahora ya hay varones realizando el oficio) como es su dignidad. Sin embargo, ante este drama no se escuchan las voces de los opinantes ni de los editorialistas. Al contrario, solo falta que los medios alaben la forma ésta en que se puede salir de la pobreza. ¡Que viva la prostitución!

Por todo ello, me da asco y sonrío tristemente, cuando oigo en cualquier círculo que frecuento, aún los que se dicen intelectuales, la misma diatriba trasnochada de los dueños de los medios utilizándolos para “imponernos” el criterio y razones de los de su clase. Y en este caso particular, del golpe de Estado de Honduras y de la represión desatada por los golpistas contra su pueblo maquillándola de tal forma que la hacen ver como una cuestión de legalista. ¿Existirá alguna ley que hable sobre la sanción aplicable contra alguien que tergiverse la verdad o que apañe el delito?

Cuando se consumó el golpe el 28 de junio, los titulares dominantes fueron: “Golpe de Estado”. Conforme el tiempo fue pasando y el Imperio imponía, su ya cocinado criterio de “Transición forzada”, los medios de por estos lares también fueron maquillando su tratamiento informativo ajustándose a ese requerimiento. Ahora, que el Imperio ya se desenmascaró y el guión final fue enviado, los argumentos cambiaron diametralmente: “Zelaya fue el culpable”, “Zelaya no debe volver”, “Zelaya debe conformarse”, “el pueblo hondureño debe acostumbrarse al nuevo gobierno”; “el pueblo decidió y decidió sacar a Zelaya”. Este último comentario es un cambio de argumento. Con él se quiere equiparar al puñado de golpistas con el pueblo de Honduras, con la mayoría que en las urnas, dentro de un proceso masificador, voluntario, legítimo y legal, eligió mayoritariamente al Presidente Constitucionalmente Electo: José Manuel Zelaya Rosales.

Por todo esto, no puedo más que comparar a todo aquel pseudoperiodista, editorialista u opinante que, abierta o escondiéndose tras el ya desbaratado argumento leguleyo de atropello a la Constitución, apoye el golpe de Estado militar contra José Manuel Zelaya Rosales, con un troglodita más. De esos que pululan al final de cada transición histórica donde el viejo régimen se resiste a morir para darle paso a nuevas relaciones que ya se están construyendo en el hemisferio. De esos que están a favor de que en cualquier parte del mundo y especialmente en Latinoamérica los golpes de Estado vuelvan a resucitar como métodos sangrientos contra los pueblos en su lucha cotidiana contra un mejor futuro. Además, los golpistas han violado flagrantemente la libertad de información y expresión ante lo cual las representaciones periodísticas no han proferido opinión alguna, menos la Sociedad Interamericana de Prensa –SIP-, sino al contrario se han plegado a los golpistas.

Para ellos, auguro que el mismo monstruo al que están alimentando se volverá contra ellos porque cuando a un pueblo se le cierran los espacios políticos pacíficos, aún dentro de la legalidad burguesa y se atenta contra su dignidad y soberanía, estos también tienen el derecho de resistirse a los designios de sus agresores y ladrones de su paz, tranquilidad y trabajo. Ese grupúsculo que se ampara en el poder del dinero, las armas y la violencia. Y, ese derecho a la resistencia está plasmado en la Constitución de aquí, de allá en Honduras y acullá, en cualquier parte del planeta.

Por eso, antes de apoyar el “cuartelazo”, hago un llamado a las gentes honradas que sé que por ignorar los verdaderos motivos de los “golpistas” creen que están en lo correcto, para que piensen bien si se está apoyando un futuro promisorio o uno donde los carniceros que subsisten en el pasado puedan causar de nuevo tanto llanto y sufrimiento como lo hicieron. Esos que provocaron a los pueblos y lo siguen haciendo. Esos que provocaron luto y muerte a miles de familias; que arrancaron a los padres de sus hijos, que produjeron miles de huérfanos y viudas(os), madres y padres penitentes, soledad y angustia.

¿Acaso eso queremos? ¿Acaso queremos que la guerra se enseñoree por nuestras tierras de nuevo? ¿Queremos que por una supuesta afrenta a nuestras comodidades la muerte sea el vehículo para imponer nuestra forma de vida?

Si es así, estamos cerrando la puerta a la paz y abriendo la del conflicto. No podemos seguir con esta forma de vida donde poquísimos gocen de todos los beneficios y privilegios mientras las mayorías se debaten en la miseria y la incertidumbre.

A ustedes, que con su palabra, con sus escritos influencian las conciencias, les hago un llamado a la cordura, a la reflexión. Un llamado a que exijan la restitución de la decisión popular en Honduras con la rehabilitación de su presidente legítimo. José Manuel Zelaya. Mañana puede ser muy tarde.

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