viernes, 24 de julio de 2009

5 COMPAÑEROS CUBANOS VERSUS LA DOBLE MORAL Y EL TERROR DE LOS ESTADOS UNIDOS

BREVE CRÓNICA E INICIO DE UNA SERIE DE REFLEXIONES

Mauricio Chaulón

“Posada Carriles y su cómplice Orlando Bosch son los más sanguinarios exponentes del terrorismo imperialista contra nuestro pueblo. Realizaron decenas de atroces acciones en numerosos países del hemisferio, incluido el propio territorio norteamericano. Miles de cubanos, e incluso ciudadanos de otros países, perdieron la vida o quedaron mutilados como consecuencia de estas cobardes y abominables acciones de los gobiernos de Estados Unidos”.
Comandante Fidel Castro Ruz, en entrevista con el intelectual francés Ignacio Ramonet


El 6 de octubre de 1976, un avión de Cubana de Aviación estalló en pleno vuelo muy cerca de las costas de Barbados, muriendo todos sus ocupantes, un total de 73 personas: 57 cubanos, 11 guyaneses y 5 funcionarios de cultura de Corea del Norte; dentro de los originarios de Cuba se encontraba la selección juvenil de esgrima.

La autoría del hecho, desde las investigaciones iniciales barbadenses, venezolanas y cubanas, fue atribuida a un siniestro plan de sabotaje contra la Revolución Cubana, dirigida por dos individuos entrenados por la CIA: Luis Posada Carriles y Orlando Bosch. Este último dirigía la Coordinadora de Organizaciones Revolucionarias Unidas (CORU), creada por la misma CIA y con sede en Miami, cuyo objetivo era planificar y ejecutar acciones terroristas contra Cuba y sus dirigentes gubernamentales.

Para ese entonces Bosch había participado en atentados y asesinatos contra personalidades chilenas como Carlos Prats y Orlando Letelier, al servicio de la CIA y de la dictadura de Augusto Pinochet. George Bush padre, durante su presidencia, le otorgó perdón y movilidad libre en territorio estadounidense.

Posada Carriles ha sido uno de los más enconados terroristas en contra de la Revolución Cubana. Intentos de eliminación física en contra de Fidel Castro y otros funcionarios del Estado cubano, colocación de bombas en La Habana y otras regiones de la isla y organización de diversas conspiraciones han caracterizado a este sujeto, financiado y defendido abiertamente por la Fundación Cubano-Americana, la cual fue creada y patrocinada por Ronald Reagan y George Bush en 1981.

Posada Carriles fue el cerebro de una operación de magnicidio dirigida a Fidel Castro en la X Cumbre Iberoamericana celebrada en Panamá, en noviembre de 2000. El 17 de ese mes, cuando el Jefe de Estado cubano arribó a aquel país, inmediatamente denunció el plan, el cual se ejecutaría en la sede de la Universidad de Panamá cuando Fidel se dirigiera a estudiantes y docentes de la institución. Fueron apresados los mercenarios (5 cubanos radicados en Miami y dos en Panamá; 1 hondureño, 1 panameño y Posada Carriles, el jefe de la operación), juzgados y encarcelados en Panamá.

Sin embargo, en agosto de 2004, Mireya Moscoso, Presidenta panameña, indultó a Posada Carriles y a otros tres (Pedro Remón, Guillermo Novo y Gaspar Rodríguez), quienes se movilizaron inmediatamente a los Estados Unidos. En el 2005, ante el absurdo perdón otorgado por la figurilla lacaya de Moscoso, Cuba denunció que Posada Carriles, un terrorista confeso, se encontraba absolutamente libre en los Estados Unidos, país que pregonaba ante la comunidad internacional una imperiosa guerra al terrorismo, utilizando a Irak y Afganistán como excusa deleznable en su nueva cruzada, ya no anticomunista, sino antiterrorista.

Las presiones de Cuba y Venezuela hicieron que el gobierno estadounidense reconociera lo que se demandaba y detuviera a Posada Carriles, siendo enviado a los tribunales no por terrorismo, sino por “entrar de manera ilegal a los Estados Unidos”. En septiembre de ese año, una corte estadounidense determinó que Posada Carriles no sería enviado a Venezuela (país que exigía su extradición por haberse fugado de una de sus cárceles en 1985) y tampoco a Cuba, “ya que podía ser objeto de torturas”. Hasta ahora, no se sabe qué pueda estar planificando este oscuro individuo, siempre bajo el amparo de la CIA y de la Fundación Cubano-Americana, ya que se halla libre en territorio norteamericano.

En este contexto, en diciembre de 2001, un tribunal de Miami sentenció a penas terribles a cinco cubanos, acusándolos de espionaje y de actividades no autorizadas por la diplomacia estadounidense, señalándolos de conspiradores que carecían de registro como agentes extranjeros. Sus nombres son Gerardo Hernández Nordelo, Ramón Labañino Salazar, Fernando González Llort, René González Sehwerert y Antonio Guerrero Rodríguez. Su misión consistía en infiltrarse dentro de organizaciones contrarrevolucionarias que operan desde los Estados Unidos, principal y fundamentalmente en La Florida, para tratar de evitar y contrarrestar proyectos terroristas contra su patria.

Durante agosto de 2005, la Corte de Apelaciones de Atlanta, Georgia, declaró nulo el juicio de Miami y lo consideró arbitrario, lo que significaba la anulación consiguiente de las inauditas condenas. Sin embargo, en agosto del 2006 esa misma Corte revocó su propio fallo de apelación, dejando en la misma situación a los cinco compañeros cubanos. Tres de ellos tienen hasta dos cadenas perpetuas y a los familiares de los cinco se les han negado visas humanitarias para visitarlos.

En junio de 1998, Cuba había transmitido al FBI, en el marco de las actividades antiterroristas y diplomáticas amparadas bajo el derecho internacional y los convenios sobre la materia, la presencia necesaria de sus cinco agentes, lo que fue utilizado por el imperio para apresarlos y descubrirlos. Mientras eso sucedía, los grupos terroristas de la contrarrevolución han continuado planificando y ejecutando actos que intentan desestabilizar la entrada de turistas, la economía, el comercio y la tranquilidad de Cuba.

El gobierno actual de Barack Obama no ha tomado una actitud justa ante esta situación. Si su intención era acercarse a una América Latina despreciada y utilizada para diversos fines por su antecesor republicano y ultraderechista George Walker Bush, un buen comienzo hubiese sido iniciar las gestiones de detención de un terrorista como Luis Posada Carriles y paralelamente indultar a los cinco compañeros cubanos, detenidos, juzgados y condenados de manera arbitraria, sin derecho a defensa digna y a las visitas de sus familiares, violando toda normativa y sensatez jurídica de su propio país y de las convenciones internacionales.

Un terrorista reconocido (y varios como él) se mueve libremente en el territorio que se denomina defensor de la libertad, en palabras tantas veces repetidas por el anterior presidente Bush junior, mientras que cinco hombres dignos, que con toda entereza y justicia se constituyeron en preclaros y definidos protectores de su pueblo (no por nada nombrados pro su Asamblea Nacional del Poder Popular como “Héroes de la República de Cuba”, en diciembre de 2001) son privados de su libertad, como una forma de venganza imperial ante la consistente Revolución Cubana.

De esa forma, adquiere el concepto “libertad” sólo una definición puntual, la cual está siendo demostrada por la actitud de estos cinco ejemplares compañeros cubanos y hermanos de todas y todos los latinoamericanos y empobrecidos de la Tierra. La otra acepción, está sometida a los intereses del oprobioso sistema del imperialismo estadounidense, y por lo tanto, no es el significado que nos vale.

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