lunes, 8 de junio de 2009

SOCIALIZAR LAS PERDIDAS NO ES LO MISMO QUE SOCIALISMO

E. Wilfredo Lanuza

Aún cuando había desistido de publicar estas ideas, encuentro la necesidad de referirme al problema de una de las consecuencias de la crisis económica (que no es sólo financiera, aún cuando haya empezado de esa forma), por motivo de la insistencia de parte de muchas personas de considerar una acción como si fuera otra.

A raíz de la quiebra declarada de una gran cantidad de instituciones financieras y ahora industriales en los Estados Unidos de América (EUA) –como consecuencia de una crisis que representa la crónica de una muerte anunciada por haber sido vaticinada por una gran cantidad de analistas desde mucho tiempo atrás- se han implementado medidas que supuestamente ayudarán a paliar la crisis. La más importante de estas acciones fue el anuncio de la aprobación por las autoridades yanquis de un paquete de rescate por 700 mil millones de dólares de los aportes de los contribuyentes para inyectarlos a la alicaída economía de la otrora mayor potencia económica del mundo, buscando superar la situación actual. Es decir, se usan los fondos públicos para financiar empresas en bancarrota, con el fin de evitar que el capitalismo neoliberal se derrumbe de una sola vez.

Como consecuencia de esta medida y de una serie de nacionalizaciones previas de empresas en quiebra, tal como la gigantesca aseguradora AIG, de la inmobiliaria Fanny Mae y otra serie de otrora monstruos del sistema capitalista (ahora hay que agregar la General Motors, además de alrededor de unos 25 bancos de todos los tamaños cada mes), se ha venido manejando la tesis –completamente errónea, por cierto- de que se están tomando medidas socialistas y hasta han llegado algunos comentaristas al colmo de la ironía al caracterizar tales operaciones de rescate como medidas “comunistas”. También hay voces que afirman que, en vista de los resultados de la crisis, es posible afirmar –y de hecho lo afirman con gran convicción- que el neoliberalismo ya llegó a su fin en el mundo. Considero que aún es muy temprano para cantar victoria al respecto.

Ante tal desinformación y ante la obvia mala intención de parte de esos “pensadores” y de la prensa burguesa, tenemos que plantear algunas cuantas verdades respecto a tal “socialización”. En primer lugar, cuando hablamos de socialismo, estamos hablando de una formación económico-social que se caracteriza fundamentalmente por ser una etapa revolucionaria en que las bases de la vieja sociedad capitalista son transformadas radicalmente al ser socializada la propiedad de los medios de producción y pasar éstos a ser propiedad del pueblo que realiza el cambio revolucionario. Esta propiedad permite elevar el nivel de vida del pueblo de manera más o menos rápida, según sea su situación de atraso o desarrollo al tiempo de la revolución, y con ello, mejorar, no sólo las condiciones materiales, sino también, toda la vida espiritual de las clases que hasta entonces han sido marginadas del desarrollo integral, al realizar gradualmente, una nueva distribución de la riqueza producida socialmente que permite proveer los servicios esenciales en forma gratuita y en condiciones justas a todo el pueblo, tales como salud, educación, agua potable, vivienda, jornadas justas de trabajo y tiempo libre para acceder al conocimiento y a la cultura en general. Aclaremos de una vez que estamos hablando de procesos sociales que no se realizan por decreto de una sola vez, sino que se va avanzando según la correlación de fuerzas lo permita.

Este cambio económico debe traer aparejados cambios en lo social, ya que de tener una estructura estratificada, injusta, discriminadora, opresora y racista, la nueva sociedad socialista, al dejar de ser una estructura de explotación, -por el hecho de que al ser propiedad popular los medios de producción, las clases tienden a irse extinguiendo (porque aún no se han extinguido)- los beneficios del proceso social de producción van llegando cada vez más a todos por igual, ya que son de todos sin que haya posibilidad de que alguien individualmente se arrogue la propiedad de determinados medios, porque le pertenecen éstos al pueblo entero. Esto significa un cambio cualitativo en las relaciones de producción que llevan también a un cambio radical en las relaciones sociales que llevan de una igualdad formal y ficticia de tipo legal, que permite a los empresarios adueñarse de la fuerza de trabajo de los proletarios por medio de los contratos, hasta una igualdad real y justa, que va más allá de lo formal y que se llena de un contenido verdaderamente democrático.

Aplicado este cambio a lo político, tenemos que la participación popular cobra sentido porque las decisiones están basadas en la defensa de los intereses de todo el pueblo, con lo que la práctica política adquiere un contenido democrático-popular que es imposible lograr aún en la sociedad burguesa más democrática, supongamos por ejemplo, los EUA (hasta antes, claro está, de llegar al grado de fascismo actual). En realidad, este cambio significa una profundización de la democracia, la cual, en el capitalismo se reduce simplemente al aspecto electoral y aún en este campo, el contenido de la práctica difícilmente puede calificarse como democrático por desenvolverse dentro de un esquema de mercado en el que sólo tienen posibilidades reales de ganar una elección quienes más medios financieros, económicos -o ambos- tienen, en tanto que los que no cuentan con dichos recursos están destinados al fracaso (dicho sea de paso, aquí es donde radica el error de ver al sistema electoral burgués en términos estratégicos para la toma del poder en Guatemala), ya que el dinero sólo fluye libremente para quienes responden a los intereses corporativos, tanto de la rancia oligarquía local, como de las transnacionales.

En esta etapa, la práctica política gubernamental asume, dentro de un Estado democrático y popular, una forma antiimperialista que se comprueba en la férrea defensa al derecho de su pueblo a la autodeterminación, con lo que la soberanía se convierte en una realidad.

De manera muy general, podemos decir que estos son rasgos de una sociedad socialista que corresponde a lo que Marx llamó la etapa inferior del comunismo y que es en realidad, un tránsito de la vieja formación capitalista hacia la sociedad comunista, sin clases y en la que el Estado se va extinguiendo como instrumento de dominación. Por supuesto que la celeridad de este proceso dependerá del estado de la correlación de fuerzas, tanto a lo interno de los países, como también en el plano internacional.

Con todo lo anterior, no se pretende dar por agotada la discusión y el contenido del tema, sino que más bien, tratándose de una breve y necesaria explicación aclaratoria a lo que -como ya dije- está sucediendo ahora en los confines del imperialismo (y no sólo del imperio yanqui), debe por tanto, darnos una visión más amplia del panorama, una visión dialéctica y no sólo la observación de un aspecto del problema. También, esperaría que este fuera solamente un punto de arranque para una discusión necesaria que debe profundizarse para poder dilucidar con precisión lo que en realidad está pasando, más allá de los romanticismos o de las respuestas hepáticas sin ningún fundamento, según sea el lado del que se patee la pelota.

Dentro de este orden de ideas, podemos decir que la organización que ha dado en llamarse el Socialismo del Siglo XXI corresponde más bien a una transición entre el capitalismo (neoliberal en esta época) y el socialismo o etapa inferior del comunismo, ya que aún no se ha llegado a la total nacionalización de los medios de producción con la consiguiente transformación de las relaciones de producción y de las relaciones sociales en general. Con todo eso, es una etapa progresista en comparación con las condiciones imperantes en el capitalismo salvaje que han impulsado las oligarquías de los países de capitalismo avanzado (G-8) utilizando para ello toda una estructura política, consistente en sus gobiernos con el apoyo de sus brazos financieros internacionales: FMI, BM, BID, etc.

Si todo lo anterior es así, entonces ¿cómo se le puede denominar a lo que está sucediendo, no sólo en EUA sino también en Europa? A falta de otra forma apropiada de expresarlo de mi parte, le llamaría un vil y descarado robo a los pueblos de esas naciones, ya que “socializar” las pérdidas usando fondos del erario público para rescatar a las empresas de unos cuantos explotadores para luego volver a colocarlas en manos privadas, es decir, sin nacionalizar y redistribuir las ganancias, no podrá nunca ser calificado como socialismo por más que tengan la urgencia de convencer a los pueblos de que están operando para su bienestar. Esta situación no hace más que mostrar con toda su desnudez, el miserable fracaso de todas las argumentaciones teóricas de los apologistas del mercado -sicofantes de segunda fila como diría Marx- que propugnan en tiempos de bonanza por la autorregulación de éste (la expresión exacta es: “la milagrosa intervención de la mano invisible del mercado”), pasando por alto las contradicciones del sistema capitalista mismo que al final de cuentas tendrá que llegar al deceso, por aquello de que la marcha ineluctable de la historia muestra que ninguna formación económica y social es eterna y en su carácter histórico, enfrenta un surgimiento, así como un final, pero más allá de los determinismos mecanicistas, de corte hegeliano, por motivo de las insalvables contradicciones que éste sistema engendra para sí mismo. Tarde o temprano, el pueblo estadounidense despertará del largo y embrutecedor sueño al que el aparato ideológico de Estado le ha sometido para que no se de cuenta de que las pérdidas a sus inversiones con fondos de toda la vida -para garantizarse una vejez que cada día está más lejos de ser decorosa- son en realidad un vil y despreciable robo, un nefasto e impúdico saqueo de lo que le perteneció a quienes pasaron una vida trabajando (y también a algunos cuantos que pasaron una vida saqueando a los productores directos). Ese pueblo tendrá que despertar y creo que ya está empezando a darse cuenta, de la misma manera en que lo están haciendo los pueblos latinoamericanos que su sistema no es lo que les contaron y que además, sus dificultades tienen sus raíces precisamente en las injusticias del capitalismo. No importa si esto se realiza en un tiempo largo o si éste período se hace más corto, al final, creo que el resultado será ese despertar y, a la postre, la derrota histórica definitiva del capitalismo y su integración a la larga lista de los sucesos pasados y borrados con el paso de los siglos hasta de la memoria de los pueblos.

Los sucesos económicos y políticos muestran que a esta formación le va quedando cada vez menos tiempo de vida y las burguesías, conocedoras de este hecho, tienden a volverse cada día más violentas, más fascistas, con el fin de mantener en funcionamiento su sistema de pillaje y de parasitismo que no podrá prolongarse más allá de los que las luchas políticas de los pueblos explotados les permitan. Por eso debemos entender ahora que el capitalismo mundial se encamina a su negación y al establecimiento del socialismo, pero que éste no está en las medidas rateriles de los habitantes de la Casa Blanca que, de la mano de sus distintos gobiernos, nunca han dudado de escamotearle a los contribuyentes sus contribuciones para darle a los mismos ricos de siempre y que dicho sea de paso, tienen una y mil maneras de evadir su responsabilidad social para con el fisco y cuentan además para ello, con todo el andamiaje del aparato estatal. Me parece que los estadounidense están empezando a darse cuenta, más temprano que tarde, que ni siquiera con Obama (otra decepción al estilo de Wilson) no hay ninguna salida posible, en primer lugar porque las luchas no dependen de personalidades como siempre ha pretendido la teoría burguesa que creamos, sino que es una acción histórica de las grandes masas; en segundo lugar porque las decisiones impulsadas para darle una salida a la crisis, más que una posible solución, son una demagógica forma de dorar la píldora porque la salida no está simplemente en darle más dinero a las grandes empresas venidas a menos, lo que queda comprobado en el hecho de que en lugar de gerenciar para los tiempos de crisis, los ejecutivos de estas corporaciones se recetan jugosas prestaciones con el dinero del pueblo; en tercer lugar, creo que si el presidente estadounidense se las juega en querer cambiar el sistema, no tendrá una suerte diferente a Kennedy. Las decisiones económicas, las de política exterior muestran que siguen siendo imperialistas y que no piensan cambiar.

Como epílogo al artículo presente, habrá que aclarar que no faltará quien diga que la explicación anterior no pasa de ser una visión trasnochada y fuera de la realidad. Dirán quizás que sólo son esquemas teóricos de una posibilidad que nunca se ha visto. Para esos críticos, debo decir que nada está más lejos de la realidad que sus posturas -y nada más trasnochado que sus fundamentos teóricos, los cuales son incluso previos a Marx- en vista de que la realidad histórica nos muestra una cosa totalmente diferente al discurso de esos emisarios del saqueo.

Efectivamente, respecto al primer punto, sólo diré que los planteamientos de Carlos Marx están más vigentes ahora que en cualquier otra época y que en todo caso, es mucho más trasnochado basarse en Adam Smith y David Ricardo, quienes fueron analizados científicamente por Marx y llevadas sus teorías hasta las últimas consecuencias, con lo que quedaron descubiertos sus errores y pasaron a la obsolescencia. Respecto al segundo punto, el de estar fuera de la realidad, es suficiente verificar que la revolución cubana nos muestra con toda claridad que sí es factible llevar a cabo las transformaciones arriba descritas –que se mantienen heroicamente a pesar del criminal bloqueo, el más largo de la historia- de tipo socialista, lo cual tiene que ver con el hecho de que el pueblo tiene una amplia participación en los procesos sociales y con el hecho de que el Estado tiene un contenido distinto al opresor Estado burgués. Lo mismo debemos observar en los pueblos que pertenecen al ALBA, no se trata de imaginar nada, ya que estos pueblos están forjando creadoramente su liberación de los grilletes de la explotación, desarrollando la única y verdadera democracia posible en el mundo, la del socialismo. Diré que a riesgo de cometer un error con el manejo del idioma, pero en vista de la apropiación indebido y falsa que ha realizado la derecha con los términos que se usan, debemos aclarar que la democracia es y será siempre popular y que la “democracia” burguesa será mientras exista, la dictadura de la mayoría por la libertad de unos pocos.

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