martes, 2 de junio de 2009

Requiem para la OEA

Carlos Maldonado

Cuba, -la rebelde Cuba- vuelve a estar en la mirilla del mundo; en el centro del escenario latinoamericano al celebrarse la XXXIX Asamblea General de la OEA en Tegucigalpa, Honduras el 2 y 3 de junio.

En ella, varios países del hemisferio, encabezados por Venezuela, solicitaran que se deje sin efecto la iniciativa que dio lugar a la expulsión de la mayor de las Antillas de dicho organismo. Sin embargo, Cuba ha sido clara al afirmar que no le interesa para nada volver a esa organización a la cual señala como un instrumento político de los Estados Unidos para imponer su voluntad a las demás naciones de América no solo a través de chantajes económicos y políticos sino reiteradamente, por medio de sus marines.

La deslucida Organización que no ha servido más que para reunir a una elite de políticos comprados por el Imperio para que avalaran con su indiferencia o su velado apoyo sus desmanes y, condenar resueltamente cualquier intento emancipatorio de sus otros miembros con respecto a su amo, está lo suficientemente desprestigiada como para transformarla en un verdadero recinto democrático donde los países de América pudieran dilucidar sus diferencias y construir acuerdos. Incluso, no solo porque el 60% de su presupuesto proviene de los fondos federales de Estados Unidos quienes por ello la consideran suya, sino porque desde allí ha salido la propaganda de las doctrinas económicas que a los yanquis les han servido para seguir dominando nuestros países en una flagrante imposición donde sus vecinos y sus respectivos pueblos, resultan dañados fuertemente en un intercambio comercial desigual a favor, por supuesto de Washington.

Por todo ello, auguro que los países latinoamericanos moderados la sigan manteniendo como un enlace con Estados Unidos para asumir algunas posiciones que si bien no tendrían fuerza coercitiva pasarían a ser meras sugerencias. Mientras los que se han dado cuenta que esa caduca estructura no sirve más a los intereses propios, entre ellos los de la integración y el comercio hemisférico, exigirán su extremaunción, abandonándola para fortalecer otras instancias que sí han dado resultados concretos como la Cumbre de Río y UNASUR con vistas a una organización mucho más amplia y con una visión diametralmente opuesta a lo tradicional de la OEA, como es la Alternativa Bolivariana para las Américas –ALBA-.

Estados Unidos se ha quedado aislado con relación al tema de Cuba pues, luego que apenas ayer El Salvador, su último aliado en estos menesteres, restableciera relaciones con la Isla luego de casi cinco décadas de enfriamiento, es la única nación que mantiene rotas sus relaciones con la Rebelde de las Antillas ejerciendo un irracional bloqueo económico contra la misma. Si esto no bastara a fuerza de respiración artificial quiere mantener vivo ese viejo cascarón y en su obtusa perorata osa condicionar la incorporación de la Isla a menos que asuma responsabilidades democráticas. El gobierno insular, imagino, luego de lanzar una estruendosa carcajada, simplemente ha dicho, elevando sus hombros en señal de ironía, que no le interesa regresar al viejo caserón de Washington, esbozando una sonrisa ante la desfachatez de la administración gringa que exige lo que ésta ha venido violando flagrante y periódicamente durante todos estos últimos cien años.
Por eso, creo que ésta será la última Asamblea General de la OEA. No hay nada que rescatar de allí. Los países con una visión más proclive al comercio justo, equitativo y respetuoso de la soberanía de sus pares, adoptarán lo que Venezuela anticipó: abandonarán ese viejo caserón de Washington para fortalecer otras instancias que han demostrado eficiencia y eficacia en la resolución de conflictos y en ampliar su base de comercio y acuerdos energéticos tales como la UNASUR y el Grupo de Río que se perfila, éste último, como el que sustituirá a la vieja y decrépita OEA.

Este será otro mensaje claro para la Casa Blanca. Un hilo más que se romperá entre Latinoamérica y Estados Unidos en pro de la independencia económica y política y el fortalecimiento de la integración hemisférica bajo los principios de soberanía y respeto a la libre autodeterminación de los pueblos y un frente contra las políticas agresivas de Washington cuya burguesía imperial tendrá que ir cediendo ante nuevas formas de hacer política y nuevas formas de relación con sus vecinos a las que no están acostumbrados. No creo que los gringos a pesar de su poderío armamentista quieran jugar a la guerra en su traspatio, como todavía suelen pensar muchos integrantes de su burguesía, especialmente tan cerca de casa y contra gente que ha demostrado que la guerra de guerrillas ha sido más eficaz que las ultramodernas armas.

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