martes, 2 de junio de 2009

El que siembra vientos cosechará tempestades


Carlos Enrique Wer
En La Hora, 2 de junio 2009.

En los últimos meses, como consecuencia de la galopante delincuencia, de la corrupción (tanto estatal como empresarial), de la impunidad y todas aquellas miserias que aquejan a la sociedad guatemalteca, he visto, oído y leído cómo muchos connacionales se desgarran las vestiduras. Grupos de camisas blancas, de listones, de colores determinados de jóvenes por el cambio y un largo etcétera de organizaciones (algunas bien intencionadas y otras de largos), se lanzaron a las calles a exigir del gobierno (aparte de la renuncia del presidente Colom) seguridad.

Para quienes tenemos una vida de lucha por la justicia social que nos fuera arrancada vil y violentamente desde 1954; para quienes hemos recorrido el territorio de nuestra Guatemala conociendo de su realidad; para quienes, producto de ello, hemos sufrido de cárcel, persecución y exilio, porque trabajar a favor de la gente del campo, de las comunidades indígenas abandonadas hasta la desesperación; para quienes la lucha de los trabajadores es siempre consecuencia de políticas de "izquierda" (antisistema dijo el general Gramajo firmante del infame Proyecto Democracia). Para quienes durante casi ya cincuenta y cinco años luchamos por un país diferente (todos calificados de comunistas), unos fueron desaparecidos, otros encarcelados y perseguidos, cuando todavía ese era el método, otros asesinados, la situación actual de nuestra tierra, es el único efecto posible de una causa que arrastra (como el calendario maya), dos cuentas: La cuenta larga de más de quinientos años y la corta que arranca de la intervención e invasión estadounidense a nuestro suelo.

El texto bíblico, lo explica con más que mayor claridad: "El que siembra vientos cosechará tempestades". Y las tempestades actuales que asustan, especialmente a la clase media alta y a la oligarquía nacional, no es más que consecuencia de sus actos. Consecuencia de su ceguera. Consecuencia de su avaricia y deshumanización. Consecuencia del despojo de las riquezas de nuestro país, (para alimentar las mansiones de la carretera hacia El Salvador), que han provocado, aliándose con los intereses extranjeros por "treinta monedas de plata".

Los jóvenes, que quizá desconocen de la historia reciente de este país, aprovechan la oportunidad para intentar organizarse, prestos a un relevo generacional, la mayoría conoce Miami (que no es malo), pero desconoce la realidad de un país que se desangra. Guatemala no es Livingston, ni Chichicastenango, ni Atitlán como exclusividad turística. Guatemala es todo nuestro territorio, que debemos amar y defender, especialmente que ahora gringos y británicos amancebados pretenden descuartizarlo. Guatemala somos todos los guatemaltecos, dueños también de TODAS sus riquezas. Riquezas que han servido para mantener reyezuelos padres de la miseria de todo un pueblo.

La Misión Médica Cubana, podría hablarnos más de la clase de país que tenemos, que la mayoría de los que llenaron la plaza Italia, (como que las instrucciones provinieran de Don

Álvaro Alvarado). Quizá sería buena idea pedirles que les dieran algunas conferencias a estos guatemaltecos, que creen que Guatemala es la capital solamente, ampliada con fotografías y videos, que pudieran mostrarles cual es la Guatemala que DE VERDAD PIDE JUSTICIA.

Quiero volver nuevamente a utilizar (para limpiarme de los malos pensamientos de quienes, para variar solamente saben decir "comunista") versículos bíblicos que señalan con claridad más que meridiana, la razón de nuestras preocupaciones actuales "Donde no hay Justicia no hay paz". Esto para aquellos que viven gritando y exigiendo algo que no merecemos, porque no hemos sido capaces de ofrecer su obligado principio.

¿Habrán oído, o leído aquél que reza en Proverbios que "El que explota al pobre ofende a su Creador"?

Ojalá que la próxima vez que vociferemos en contra de nuestros problemas, no solo pensemos, sino actuemos con respuestas JUSTAS, no de palabras, sino de hechos.

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