viernes, 5 de junio de 2009

Esta Prensa dizque Libre debe ser reformada o, ¡enterrada!

Carlos Maldonado

No es de extrañar que el Editorial de Prensa Libre de ayer jueves 4 de junio de 2009, que menciona en sus primeras líneas que la resolución aprobada ayer por consenso en el seno de la OEA con fuerte aclamación la cual, por ese simple hecho, la equipara a un espectáculo, le trate de buscar bemoles a dicho acto de reivindicación.

Aduce el editorialista que a pesar de la resolución, “la decisión no demuestra ningún entusiasmo en Cuba, pues los hermanos Fidel y Raúl Castro no tienen ninguna intención de cambiar un ápice las políticas internas que han mantenido a lo largo de más de medio siglo”. A razón de la verdad, creo conveniente aclarar que lo que estaba en la mesa de discusión era la injusticia de la resolución de la OEA en aquel aciago año de 1962 cuando todos los países del hemisferio a excepción de México, expulsaron de su seno a la mayor de las Antillas, no el cambio de posiciones de la isla por cuya hidalguía se ha podido mantener incólume a un bloqueo criminal que ha significado carencias, penurias y sacrificios para sus habitantes, lo cual el editorialista no menciona en ninguno de sus párrafos.

Para ser más puntilloso en el asunto, creo fundamental aclarar también que si bien los principios sobre los cuales se erigió la OEA son de carácter democrático, estos solo se reducen a la democracia representativa formal que tiene la mayoría de países del hemisferio americano, sino todos, -a la medida especial de la democracia norteamericana cuya influencia a partir de la doctrina Monroe fue reproducida voluntariamente o impuesta, a veces de manera violenta, a sus vecinos- lo cual es excluyente con el tipo de democracia participativa que inauguró Cuba a raíz de su Revolución de 1959. Por tanto, para ir en concordancia con el espíritu democrático que dice sustentar dicha organización y los nuevos tiempos, sí es imprescindible cambiar dichos principios para armonizar con el principio fundamental del respeto a la libre autodeterminación de los pueblos, recogido en los fundamentos que sustentan las Naciones Unidas, un órgano supranacional mayor que la OEA.

Cuba no tiene interés en una OEA que, en principio ha sido cómplice con su silencio, de los atropellos y crímenes que han cometido durante todos estos años las diferentes administraciones que han gobernado los Estados Unidos contra sus vecinos a los cuales considera como su “patio trasero”, en especial contra la rebelde isla por no acatar las ordenanzas de su acción imperial; y, en segunda instancia, porque como expresé en el párrafo anterior, debe cambiar para estar a ton con las nuevas expectativas que se plantean para encarar la crisis que no solo fue culpa de un derroche ofensivo y descalabrado de parte de Washington, sino porque las acciones que éste ha emprendido han resultado no solo insuficientes sino erradas por apuntalar a los estafadores de millones de contribuyentes norteamericanos y del mundo. Pese a todo ello, el editorialista de Prensa Libre, o padece de amnesia, o ignora la historia mundial, especialmente del hemisferio americano o, simplemente es un pelado charlatán al servicio de la gran prensa imperial.

Argumenta el Editorial que Cuba condiciona su regreso a la OEA a un cambio sustancial en la naturaleza que hasta el momento ha ostentado ésta, pues el continente es el que debe aceptar la realidad política cubana y no al revés. ¡Es obvio! Si la agraviada, la expulsada fue ella por, como dije en el párrafo anterior, no aceptar los designios de la Casa Blanca. Ni siquiera, intuyo como una propuesta de las otras naciones sino de los gringos y, que si votaron para echarla del recinto de esa organización, fue por servilismo, chantaje y miedo a la potencia hegemónica. ¡Claro! Eran tiempos de dictaduras militares, masacres, desapariciones forzadas, ejecuciones extrajudiciales, etc, Atrocidades que cometieron estos gobiernos ante lo cual esta OEA, con el mismo andamiaje que aún luce hoy, no dijo ni pío. No obstante, esa verdad irrefutable sustentada en cientos de documentos desclasificados de la misma CIA y el Departamento de Estado, el Editorial de Prensa Libre ni la menciona. Al contrario, se cura en salud al decir que con la resolución de ayer la diplomacia “acepta que haya dictaduras, y por tanto no hará nada, jamás contra un gobierno que, aunque haya llegado por los votos, escoja el autoritarismo y el estrangulamiento inmisericorde de las libertades civiles y de los derechos humanos” en clara alusión a Venezuela a la cual le tiene tirria esta clase de prensa.

Yo, realmente me alegro que Cuba haya sido reivindicada, pero más me alegraría que ésta OEA dejara de existir. No está a la altura de los nuevos tiempos y al igual que esta vieja prensa oligárquica que profiere editoriales de esta índole debe ser ¡reformada o enterrada! Necesitamos, los pueblos, nuevas estructuras que propicien el desarrollo, el intercambio justo y la solidaridad de todos no de un grupúsculo de bandidos chupa sangres defendidos por una prensa corrupta como la que osa mentir tan descaradamente para seguir engañando a los pueblos basados en aquel viejo principio maquiavélico: divide y vencerás. No puede sobrevivir en medio de la verdad y la cultura. Es su antinomia.

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