viernes, 11 de septiembre de 2009

Al oído de Andrés Oppenheimer

Por Carlos Maldonado
Frente Popular


Lo que Andrés Oppenheimer narra en su columna del día viernes 11 de septiembre de 2009 en elPeriódico, titulada “El mundo está patas para arriba”, no es más que la incidencia de la productividad en los países asiáticos que menciona, incluyendo los que transitan por el socialismo. La productividad tiene que ver con la calidad que alcanza una persona o una sociedad para ser productivo. Es la capacidad o grado de producción por unidad de trabajo, superficie de tierra cultivada, equipo industrial, etc. o, el aumento o disminución de los rendimientos físicos o financieros, originado en la variación de cualquiera de los factores que intervienen en la producción: trabajo, capital, técnica, etc.

Ahora bien, cual es la diferencia con estos países y con los latinoamericanos. No es una cuestión tan simplista de comparación entre los números fríos del crecimiento económico como lo plantea Oppenheimer, sino el destino que la creación de esa riqueza tiene.

Los países en tránsito socialista como China Continental y Vietnam, poseen en principio Fondos de Consumo para paliar las diferencias que existan entre sus trabajador@s: los más eficientes y los menos eficientes en el proceso de producción o, los que no estçen ligados al proceso productivo por determinadas circunstancias como los niños, los ancianos, las mujeres embarazadas o en lacatancia y cuidado del infante en sus primeros años y los discapacitados cuyo grado de discapacidad les impida aportar a la producción. Estos Fondos de Consumo son los que sostienen los gastos en la educación y salud gratuita y subsidios para hacer que el salario puedan emplearlo las y los trabajadores para gozar de algunos bienes tangibles e intangibles y, por supuesto, su tiempo libre que en la sociedad socialista, se espera sea mayor para poder emanciparse de la preocupación de vivir para trabajar y gozar del privilegio de trabajar para vivir. Como diría Federico Engels, traspasar el umbral del reino de la necesidad al reino de la libertad.

En conclusión: la propiedad de la riqueza que produce una sociedad o un conglomerado es lo que hace la diferencia. Hay países que pueden tener un gran crecimiento económico pero si éste no cuenta con los mecanismos para su más equitativa distribución irá acumulando pobreza entre sus habitantes, como en los países capitalistas. Una verdad más grande que el sol al comprobar que las promesas del neoliberalismo de crear tanta riqueza que al rebalsarse alcanzara a todos, quedo en eso. Una falacia que no puede ocultarse al ver que en vez de riqueza para todos, la pobreza se ha extendido como plaga por todo el planeta y que si bien se ha creado riqueza por parte de los trabajadores, estos no la han disfrutado, solo un pequeño sector que ya no encuentra en qué y cómo disfrutarla. De ahí, sus degeneraciones.

Por supuesto que China y Vietnam tienen sus problemas en la construcción del socialismo a su modo y forma de concebir el mundo, pero, ¿quien no los tiene cuando no hay un modelo previo del cual sacar experiencias? Algunos países de Latinoamérica también los tienen en la construcción de una sociedad más justa y ecuánime, sin embargo, los ideólogos burgueses en su encomio por perder sus argumentos incitan a apresurar los programas sociales creyendo que se tiene una varita mágica para cambiar las condiciones históricas que han dejado su impronta por más de 500 años de sometimiento y crueldad, las cuales se vuelven cuesta arriba cuando se tiene que marchar contra las visiones conservadoras de la oligarquía y burguesía local e imperial que al no pretender que cambie nada, asedian y hostigan, ideológica, política, económica y militarmente a los países que se apartan de esa visión egoísta del mundo. No obstante, el cambio, la transformación es lo natural mientras la “normalidad” del argumento que “las cosas siempre han sido así” es lo efímero.

Cuando entendamos que como sociedades no podemos seguir permitiendo que la riqueza que producimos todos la disfrute solo un pequeño sector de ésta, estaremos en un proceso de revolución o sea de transformación de esa sociedad. Cuando entendamos que la “empresa”, el “emprendimiento personal” no es consustancial al capitalismo sino al ser humano, por tanto presente en todas las sociedades desde que el hombre salió de las cavernas para caminar a su desarrollo, entenderemos que el capitalismo solo es una fase más en ese desarrollo y que como los que le han precedido y han quedado en el camino, éste también ya no tiene más que dar por tanto, como regla general, tendrá que ser sustituido por otro. En este momento, la iniciativa más plausible es el socialismo. Al menos, es el ya se ha puesto en experimento, incluso desde la Comuna de Paris, pasando por la más importante como lo fue en la otrora Unión Soviética , hasta las presentes como China Continental, Vietnam, Cuba y otras iniciativas que van tras ese destino: Venezuela, Bolivia, Nicaragua y Ecuador. Muestras concretas de ese desarrollo acelerado que imprimen las nuevas relaciones sociales socialistas: los cuatro han sido declarados por la UNESCO territorios libres de analfabetismo, aunado al esfuerzo gigantesco para llevar salud a toda su población y la recuperación de sus recursos naturales y energéticos a través de las nacionalizaciones. Todo con el objetivo de crear esos importantes Fondos de Consumo que sirvan de base para el desarrollo e industrialización. Para dar el salto cualitativo entre sociedades estrictamente agrícolas artesanales a industrializadas. Esa es la base de la revolución y no se mide solo por el crecimiento de su economía sino más, por el bienestar de todos los seres humanos que conforman sus poblaciones.

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