martes, 21 de abril de 2009

¿A dónde nos lleva?


Carlos E. Wer
En La Hora, 21 de abril 2009

¡Dale, dale, dale, no pierdas el tino...! Esa vieja cancioncita infantil mexicana que se canta con frecuencia durante las piñatas, invitando a los niños a romperla y gozar con el producto que esconde, me recuerda en estos días, el que pareciera que algunos, "no muy niños", tuvieran la intención de "romper la piñata".

La situación que vive el país, es cada vez más preocupante. La violencia, a pesar de que pareciera darse un respiro, no para. Una población que aparte de la constante preocupación por la situación económica, va inconsciente, o conscientemente respondiendo a la propaganda que cada vez pareciera ser más abierta de la prensa, que invita prácticamente a la subversión. La corrupción se agiganta también prácticamente en todas las esferas de la administración.

Todo ello me hace recordar un no lejano mayo de 1993. Las similitudes en el ambiente me empujan a pensar, que se estuviera trabajando para llevar al país a una situación parecida. A una situación en la que se empuja a la población so pretexto de problemas reales, a respaldar a quienes pretenden reformas constitucionales, que como los salvatajes económicos para los mismos que provocaron la debacle, solamente sirven para tratar de mantener vivo un sistema caduco, que amerita cambios urgentes, pero no cosméticos sino que con una dirección apropiada, para poder enfrentar los múltiples problemas sociales que agobian al guatemalteco.

Y ello me hizo recordar el tiempo de Serrano, la rampante corrupción de un congreso (así con minúscula), incapaz, con una voracidad que se asemeja a la presente. Una violación constante a las leyes de la República, que les llevara a violentar la Constitución para adueñarse del poder interno y ejercer mayor presión sobre el gobernante para que aceptara los términos de su rapiña.

Esa violación llevó a un grupo disidente a recurrir a la Corte de Constitucionalidad alegando la violación constitucional, extremo que fuera declarado afirmativamente, pero que, en una nueva violación constitucional, por la misma entidad encargada de velar por la correcta aplicación de la Carta Magna, solamente ordenara la repetición de la elección de Junta Directiva, misma que había provocado la inconstitucionalidad planteada.

Quienes "tras bambalinas" trabajaron la torpe reacción de quien de otra manera hubiera tenido la ley de su lado, provocó que se continuara con violaciones constitucionales una tras otra. Quizá lo simpático o anecdótico de la situación, es que todo hecho basado en antecedente ilegal es ilegal, resultaría que como consecuencia del rompimiento constitucional provocado por Serrano, de allí para acá todo es ilegal.

Volviendo al presente, la sensación que produce la situación nacional, sentida en las calles, en las pláticas, en las charlas de cafés, es que la población pareciera llegar a un punto de hartazgo, de fastidio, pero también de coraje contra quien los cañones mediáticos están dirigidos: hacia quien representa el poder presidencial.

La respuesta generalizada pareciera orientarse hacia donde los amigos de la prensa escriben en sus veladas invitaciones a la protesta y la acción, en contra de quien debiera de representar la unidad de los guatemaltecos.

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