martes, 7 de diciembre de 2010

Tienen que pagar los elotes que se comieron

Por Carlos Maldonado

La justicia se basa en la reconstrucción de los hechos que son denominados por algunos como memoria histórica, pasado, recuerdo, etcétera con el ánimo de castigar un acto punible para que no vuelva a repetirse.

En crímenes de guerra, lo que ocupa mi opinión ahora, es fundamental recabar todos los elementos probatorios para encausar y condenar a los hechores intelectuales y materiales de crímenes de lesa humanidad especialmente contra población civil, desarmada e indefensa, en cualquier parte del planeta. Guatemala no puede ser la excepción.

Nüremberg es el referente más sonado a nivel mundial de lo que la justicia debe buscar para aliviar el dolor de muchas victimas de crímenes que miembros de los Ejércitos y grupos irregulares cometieron o están cometiendo contra ellas o contra familiares y amigos. Algunos implicados, directa o emotivamente –lógico- tratan de desvirtuar la lucha que algunas instancias llevan a cabo con ayuda de la cooperación internacional instruida en derechos humanos, con el ánimo de insuflar justicia a sociedades heridas. Los que se oponen a ello es porque son culpables y temen que su implicación los lleve a enfrentar la justicia y/o porque les importa un bledo el sentir de los dolientes.

Hay que entender, de una vez por todas, que sin justicia no puede haber democracia y sin ésta no puede haber desarrollo para la población de un país. Como dice un dicho de mi país, Guatemala, los elotes que aquellos se comieron tienen que pagarlos, así de simple.

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