viernes, 7 de mayo de 2010

DERRAME PETROLERO EN EL GOLFO DE MÉXICO: UNA AFRENTA MÁS DEL ORDEN CADUCO DEL CAPITALISMO CONTRA EL PLANETA

Por: Carlos Guillermo Maldonado

Coordinador de Comunicación del Frente Popular

No puede haber ente más devorador y destructivo que la ambición desmedida que propicia la propiedad privada sobre los bienes, especialmente los de carácter estratégico y natural. Ello, que se ha visto agravado por el advenimiento del capitalismo, y más, en su fase imperialista, da cuenta de los múltiples recursos naturales y energéticos que han sido depredados y cual daño colateral, han sido agotados y aniquilados paulatinamente en nombre del progreso, por supuesto, de una minoría a nivel planetario que se repite con sus consabidas características en cada país y región del planeta, mientras las grandes mayorías, permanecen en la más critica precariedad.

Es esa minoría la que se ha constituido en la parte del género humano más depredadora y funesta de la vida del planeta y por ende, de la misma especie humana.

El derrame de petróleo al colapsar una plataforma de perforación marina en el golfo de México la semana pasada ha provocado el peor desastre ecológico en la historia, según los medios informativos. La responsabilidad recae sobre la empresa inglesa BP que lo único que argumenta en su favor para exculparse del desastre es que éste fue producto de una falla técnica. Si bien pudiera ser cierto, la catástrofe es una realidad que trae irremediables consecuencias al ambiente global.

El 26 de abril pasado se cumplieron 24 años del desastre de Chernobil en la exUnión Soviética. Un desastre que pasaría a la historia como uno de los más nefastos de la era nuclear y el cual aprovechó Occidente para señalar a la otrora potencia socialista de “incapaz” de controlar el enorme poder que tenía en las manos. Eso, dentro de su campaña de desprestigio al socialismo. Y, sin entrar en detalles ideológicos, fue cierto. No obstante, ahora la energía nuclear ha podido ser regulada con mayor eficacia debido a su mayor conocimiento por diferentes naciones con fines pacíficos, sin embargo, las imperialistas en particular, son las que la han usado con mayor profusión para fabricar bombas de exterminio masivo sin que ellos tengan que rendir cuentas a la inspectoría internacional.

Ante la inevitable tendencia que marca la ley de concentración y centralización de capitales, el capitalismo no ve otra alternativa para sobrevivir y tratar de mantener el ritmo de consumo de sus elites en sus metrópolis principales, que concentrar el máximo de recursos energéticos y naturales alrededor del mundo. Para ello, no escatima en llevar a cabo una campaña imperialista de invasión, guerra y chantajes a las naciones débiles. Las guerras de despojo y ocupación en Irak y Afganistán así lo atestiguan.

Derivado de ello, no esperemos que el Imperialismo esté tranquilo especialmente en esta fase superior, pues ante la resistencia de cualquiera que se le oponga utilizará su poderío de chantaje diplomático y si las condiciones le son adversas, el militar. Existe una nueva arremetida en América Latina a la cual considera su abastecedora natural de materias primas entre ellas el petróleo. De ahí, que México sufra la presión de parte del Imperio y de la oligarquía agroexportadora para liberar el comercio del petróleo nacionalizado durante el gobierno de Lázaro Cárdenas y, Venezuela resista la política conspirativa y golpista sistemática de parte también de Washington y su oligarquía. Estos dos casos con la intención de controlar totalmente esos bastos contingentes del hidrocarburo en lo que la Casa Blanca considera su “patio trasero”.

Cuando se avanza en la ciencia e investigación, los accidentes, contratiempos y errores son parte de esa dinámica, pero esos se incrementan cuando la presión por la consecución de la máxima ganancia que implica una posición ventajosa en el mercado capitalista así lo exige, como lo impone ahora con las potencias capitalistas en su carrera desesperada por mantener la hegemonía a nivel planetario ante el avance de sus competidores a nivel mundial. En el caso de Estados Unidos estas están representadas por la China, Rusia, India y en el propio hemisferio americano, Brasil. Eso sin contar las expotencias que no por ello han perdido su peso internacional como le ha sucedido en el caso del derrame en el Golfo de México a la BP del Reino Unido. Sin embargo, son accidentes nefastos que se suscitan en medio de un clima de desaprobación generalizado hacia las transnacionales capitalistas por su intervención directa en el deterioro del planeta y, en América, en medio de una agitación revolucionaria que plantea la nacionalización de los energéticos y la protección de los recursos naturales de la tendencia depredadora del capital.

Por eso, en estas circunstancias esos accidentes son insultantes cuando ese petróleo que hoy se derrama inexorablemente en el Golfo de México, es destinado al consumo irracional de las elites derrochadoras de la metrópoli imperialista por excelencia: Estados Unidos y no para un consumo planificado y dirigido hacia áreas de mayor productividad y aprovechamiento para la humanidad. Eso, con el agravante de que ya existen tecnologías no contaminantes que pueden muy bien sustituir a los combustibles fósiles pero por la implicación de cambiar y dirigir esas plantas de hoy hacia su producción no contaminante, para el capitalismo no le parecen atractivas que implicaría un costo de inversión que no tiene que hacer con el control del petróleo. Por eso, la urgencia de los pueblos de que la posesión de esos recursos pase a manos del Estado en principio a través de sus nacionalizaciones no es ni una idea descabellada ni mucho menos. Al contrario, es el principio de la solución al problema del despilfarro y la contaminación planetaria lo que sentará las bases para enfrentar de manera científica y racional el cambio climático.

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