lunes, 5 de enero de 2009

MEDIO SIGLO DE REVOLUCIÓN CUBANA


Alfonso Bauer Paiz
En La Hora, 29 de diciembre de 2008, 5 y 12 de enero de 2009.

I

En homenaje a la Revolución Verde Olivo, suspendo la publicación de la IV parte de la serie Contradicciones y Vaivenes Sarcásticos del Sistema, y aprovecho el espacio que me concede La Hora, para rendir honra y entrega a esta gloriosa epopeya insular y americana.

La grandeza de esta gesta heroica del pueblo cubano y de sus dirigentes revolucionarios es paradigmática, para los pueblos de nuestra América, que intuyera José Martí en el siglo XIX, como Guatemala, porque aunque la oligarquía contrarrevolución como sirvienta del imperialismo yanqui, paralizó el proceso de la guatemalteca Revolución de Octubre, en 1954, pocos años después, militares y civiles patriotas se alzaron en armas para restablecer la Guatemala soberana, libre y de vocación y desiderátum por una sociedad igualitaria, libre, digna en la que imperase constantemente y en el mayor grado posible, la justicia social. Una insurgencia armada que aunó a mestizos, a las grandes mayorías de los pueblos indígenas mayas, xincas y también garífunas, respuesta que se dio, indudablemente, siguiendo el antecedente de la lucha de liberación de la Revolución Cubana. Y que logró la suscripción de los Acuerdos de Paz, en 1996, lamentablemente sin cumplimiento doce años después.

Asimismo, la reciedumbre y logros de la Revolución de Cuba influyó, por supuesto, en los avances político sociales de otros países de nuestra América, como los de Chile de la Unidad Popular, la del presidente socialista Salvador Allende, de Nicaragua, del Frente Sandinista de Liberación Nacional, en Centroamérica y, posteriormente, los habidos en el Ecuador, Venezuela, Bolivia, Paraguay y Argentina, en América del Sur.

Pero también para pueblos de otros continentes sometidos al dominio de potencias imperialistas, la Revolución Cubana, invicta, a pesar de las acometidas de la mayor potencia militar del mundo, la espartana resistencia del pueblo cubano y sus dirigentes, a la cabeza de todos el comandante Fidel Castro, ha sido un modelo reiterado por las heroicas emancipaciones de Vietnam, en el Asia; y Argelia y la Unión Sudafricana, en el África.

Pido a quienes lean este artículo que, por favor no se vayan a confundir, y creer por lo que voy a decir a continuación que soy un egotista, pero la verdad es que por algunas circunstancias de mi acontecer vital, la Revolución de Cuba es un preciado tesoro de principios morales, sociales y de solidaridad humanos, entrañables para mí, porque mucho le debo: ha sido norma de mi conciencia, formación y práctica política, así como, que, por otra parte, he sido colaborador del pueblo y gobierno de Cuba, en bien de la Revolución, aunque sea modestamente.

Voy a referirme primero a mi sencilla contribución, la cual obedece a un hecho inesperado: mi relación con Ernesto Guevara de la Serna, quien no obstante ser descendiente de padre y madre, pertenecientes a familias de la oligarquía vacuna argentina, fue un indoblegable revolucionario que luchó toda su vida por eliminar la explotación del hombre por el hombre, por establecer la igualdad social y el exterminio de toda clase de discriminaciones y por la independencia plena de los pueblos en todas partes del mundo, y especialmente en nuestra América, así como por el abatimiento de la cadena imperialista sojuzgadora en los cinco continentes del globo terráqueo.

Le conocí en el año de 1953, año en el que el gobierno revolucionario de Jacobo Arbenz ya estaba padeciendo la intervención del gobierno del general Eisenhower, al servicio de altos funcionarios de su régimen, como John Foster Dulles, secretario del Departamento de Estado, su hermano Alian, Jefe de la CIA y de algunos poderosos senadores, todos ellos grandes accionistas de la United Fruit Company, empresa bananera a la cual, en Guatemala, se le había expropiado tierras ociosas en base al Decreto 900, Ley de Reforma Agraria.

En ese entonces, Guatemala era asilo de hermanos y hermanas centroamericanos, antillanos y sudamericanos democráticos, perseguidos por gobernantes déspotas. Entre ellas, Hilda Gadea peruana, quien era novia de Ernesto Guevara y, por su medio, le conocí. Era, a la sazón un joven de 25 años de edad, diez años menor que yo. Él hizo causa común con los jóvenes revolucionarios guatemaltecos, entre ellos con militantes del partido marxista, Partido Guatemalteco del Trabajo. Con quienes se identificó, así como con trabajadores obreros y campesinos, al punto que pedía armas para combatir en defensa de la Revolución guatemalteca amenazada por la operación armada fraguada por la Agencia Central de Inteligencia (CIA) yanqui. Armas que el alto mando traidor del Ejército Nacional, se negó a dar al pueblo.

Nuestra amistad se reanudó en el exilio, en México, en donde con mi primera esposa, Yolanda España Zirión fuimos como padrinos de su primogénita Hilda y junto con Marco Antonio Villamar Contreras, a petición de Hilda tratamos que aceptase la ayuda de un tío suyo, magnate de la industria cinematográfica argentina, personaje bien relacionado con los gobiernos de Cuba y de México, para que se le diera libertad, pues guardaba prisión en la cárcel de Schulz, por su participación con los insurgentes cubanos, que se adiestraban en la guerra de guerrillas, que fueron descubiertos por los servicios de inteligencia mexicanas, y a los cuales se había unido Ernesto después que Ñico López, ex asilado en Guatemala le presentara a Fidel Castro. Ernesto, íntegro y leal se negó y terminante respondió: "De salir de aquí es con los cubanos". Y así fue. Pero volvieron a las andadas, y era perseguido por la Policía Federal y necesitado de refugio, le recibimos en nuestro hogar, en donde estuvo aproximadamente más de un mes. Se entretenía leyendo y tomando su hierba mate y, además, cargando a mi recién nacido hijo, Carlos, con mucho cariño. Hasta salir, sin despedirse, al ir a buscarle Fidel Castro y embarcarse en el Granma, a finales de noviembre de 1956.Le volví a ver en 1961, en viaje clandestino que hiciéramos universitarios san carlistas, maestros y estudiantes, y él nos fue a visitar al hotel en el que estábamos hospedados, especialmente a doña María Valle de Cáceres, madre de su íntimo amigo, el guatemalteco Julio Cáceres- "El Patojo", combatiente fallecido en la guerrilla de Concuá, ocasión en la que el Che, al saber por Julio Gómez Padilla y yo que en Guatemala la Izquierda- marxista y no marxista- estaba uniéndose en el Partido de Unidad Revolucionaria (PUR), el Che nos apostrofó: "¡Ay, ustedes los guatemaltecos, siempre sus partiditos, hagan la Revolución!"


II


En el primer artículo escribí sobre el carácter ejemplar para los pueblos de Nuestra América y de otras partes del mundo de dicha Revolución, y también por los cambios estructurales profundos que determinaron la eliminación de la explotación de las grandes mayorías de población por parte de la burguesía isleña, y por el dominio del imperialismo estadounidense. Además, me referí a la amistad que nos unió al prócer Ernesto Guevara (el CHE), y a mí, a su solidaridad con el pueblo de Guatemala, durante los días de la intervención armada por parte del imperio yanqui, en junio de 1954, y, posteriormente, nuestras relaciones en el exilio, en México D. F. y a la oportunidad que tuve, con mi familia, de tenerle como huésped en nuestro hogar para brindarle seguridad, con motivo de la persecución de la Policía Federal de México por su vinculación con el grupo guerrillero cubano, dirigido por Fidel Castro.






En este artículo relataré cómo conocí de cerca el proceso revolucionario cubano, durante mi convivencia con el pueblo de la Perla de las Antillas, en el período de finales de 1973 a 1980. Después del intento de secuestro y de asesinato de mi persona por un escuadrón de la muerte del gobierno del presidente Carlos Arana Osorio, el 30 de noviembre de 1970, y de una hospitalización de cinco meses, tuve que salir del país, el 8 de mayo de 1971, habiéndome brindado asilo político el Gobierno del presidente Salvador Allende, habiendo vivido en Chile hasta el golpe militar de los fascistas pinochetistas.




A continuación, daré testimonio con base en mi experiencia, de cómo se vive en Cuba:PRIMERO. VIVIENDA.- E1 gobierno de la Revolución Cubana nos acogió a miles de personas que salimos de Chile. Nos recibió demostrando su auténtica vocación humanitaria, pues en esos días se estaba terminando la construcción de una serie de edificios de departamentos habitacionales y, el Comandante Fidel Castro les planteó a los colectivos de trabajadores inquilinos de esos inmuebles que si estaban de acuerdo en destinar un piso de cada edificio para que pudieran vivir ahí las familias procedentes de Chile y ellos estuvieron de acuerdo, y se nos alojó, sin tener que pagar renta alguna. Y, así mismo, viven las familias cubanas, la mayor parte de ellas propietarias de sus casas.




SEGUNDO. TRABAJO. Yo trabajé en la Empresa de Carne y Grasas Comestibles, del Ministerio de la Industria de la Alimentación, con la responsabilidad de organizar la creación de un departamento jurídico, del cual carecía y, además, de supervisar el cumplimiento de la legislación laboral socialista en las 120 fábricas de la Empresa en las distintas provincias de la Isla.


El director de la Empresa, Bartolomé Yara, me envió al Ministerio de la Alimentación para que conociese la legislación cubana laboral y administrativa concerniente a las actividades de la Empresa y, bajo la dirección de las doctoras en Derecho, Yolanda Ariosa y Marta Larrondo, en cuatro meses de investigación y estudio, logré fichar la legislación laboral vigente, en un tarjetero-archivo, labor que fue apreciada por mis Directoras y por el ministro Naranjo, quien acordó designarme asesor técnico del Ministerio, pero el Director de la Empresa, Yara, reclamó mis servicios por ser del personal a sus órdenes y el Ministerio revocó mi nombramiento y volví a la Empresa.Y, una vez montado el Departamento Jurídico, cumplí con el deber de inspeccionar el cumplimiento de la legislación de trabajo en todas las dependencias de la Empresa, recorriendo la Isla desde Pinar del Río hasta Guantánamo. Y comprobé que era estricto su cumplimiento, así como la disciplina laboral




El esfuerzo por mí realizado para trabajar responsablemente, al igual que todo aquel que así actuase, fue reconocido, tanto por la administración de la Empresa como por el Sindicato de la misma, otorgándoseme la categoría del Mejor Trabajador Técnico. Distinción que estimulaba al trabajador, a prestar sus servicios lo mejor posible.El director Yara, sabiendo que en Guatemala había sido catedrático universitario, me pidió fuese profesor de ciencias jurídicas y sociales de los trabajadores jóvenes de la Empresa y acepté gustoso, pues para mí esa designación era un reconocimiento más a la calidad de mis servicios, como asimismo se procedía con los trabajadores eficientes.No obstante, las buenas condiciones de trabajo en la Empresa de Carnes, renuncié porque había llegado a Cuba mi esposa María Teresa Carrillo, y se me abrió la oportunidad de prestar mis servicios en el Ministerio de Justicia, en donde ya no tendría que salir de La Habana como sí lo tenía que hacer en la Empresa del Ministerio de la Industria de la Alimentación.


En el Ministerio de Justicia se me nombró en la Dirección Jurídica.
III
En la primera parte escribí sobre el carácter ejemplar de la Revolución de Cuba y algo de los cambios estructurales económico-sociales habidos y respecto a su paso del capitalismo al socialismo y a la amistad que sostuvimos Ernesto Guevara (el CHE) y yo. En la segunda parte relaté en parte cómo conocí de cerca el desarrollo del mencionado proceso revolucionario, trabajando en Cuba desde finales de 1973 a 1980.
En el presente artículo comentaré cómo funciona el Ministerio de Justicia en un país donde la delincuencia es excepcional, el orden público lo preservan los mismos ciudadanos y ciudadanas, con sus servicios voluntarios prestados a los Comités de Defensa a la Revolución y se evita la inclinación de jóvenes y adultos a llevar una vida viciosa, por la existencia de abundantes centros de recreo sano, con instalaciones para practicar deportes o cultivar artes, ciencia, filosofía.Pero antes de ocuparme del servicio administrativo de justicia, considero oportuno divulgar el descubrimiento que hice al estudiar en el Ministerio de la Industria de la Alimentación, la Constitución de Cuba de 1940, la cual estaba en parte vigente. Y al leer varios de sus preceptos me pareció que ya tenía conocimiento de ellos y, de pronto, me acordé de la Constitución de Guatemala (la de 1945) y la comparé con la cubana de 1940 y comprobé que los diputados del Congreso Constituyente guatemalteco copiaron varios artículos de aquella Constitución Cubana.
El Ministro de Justicia me incorporó a la Dirección Jurídica -en la que laboraban más de cien abogados- El compañero cubano de trabajo con quien tenía responsabilidades iguales era el Doctor en Derecho, Raúl Gómez Treto, quien no ocultaba ser católico practicante y a quien le pregunté como es que estaba en Cuba y no se había marchado, sabiendo que el Gobierno revolucionario era ateo, me respondió haber decidido quedarse en su patria, porque el régimen revolucionario no perseguía a los ciudadanos o ciudadanas por sus creencias religiosas, y porque estaba implantando en toda la Isla, tanto la justicia civil, como la social y, además, más que marxista la Revolución era genuinamente martiana y por ello ya Cuba era un país soberano, libre, probo, en el que a diario se fortalecían los derechos humanos y la igualdad, abatiendo constantemente todo tipo de discriminación racial, económica, social o de género.
Además de Gómez Treto, laborábamos con otro jurista, chileno exiliado, Héctor Behm. A este trío se nos confiaban el estudio de problemas importantes. Uno de ellos, además con la participación, del abogado Martín del Junco, fue el estudio del Sistema Electoral de una Democracia Socialista. Es importante saber que conforme a este sistema el voto no es obligatorio, y no obstante durante los siete años que viví en Cuba los índices de abstención fueron bajísimos Y así ha seguido siendo. Nos sirvió de guía para nuestra iniciativa, el pensamiento de Martí expuesto en 1887, desde Nueva York, al Director del periódico "El Partido Libre de México", en la carta que le envió cita las anomalías de las elecciones de los Estados Unidos y de las disposiciones legales que las permiten y termina proponiendo para Cuba normas jurídicas, libres de los vicios y corruptelas de la politiquería.
Otra característica importante del sistema socialista es el de la coordinación entre los ministerios e instituciones públicas, así el Ministerio de Justicia coadyuvaba con el superministerio encargado de los asuntos laborales, el Comité Estatal de Trabajo y Previsión Social, en la preservación de la justicia laboral, y dicho Comité Estatal acogía solidariamente esa colaboración y a este guatemalteco desterrado en la patria de Martí y de Fidel le correspondió prestar esa asesoría, lo que le fue reconocido registrando su nombre en un listado de juristas que han aportado conocimientos e innovaciones al Derecho del Trabajo en Cuba. Reconocimiento que también merecieron Manuel Galich y Guillermo Toriello Garrido, por sus eficientes servicios, el primero como catedrático universitario, de Historia de América Latina y en la Casa de Las Américas, como dramaturgo y ensayista y, el segundo, en Derecho Internacional.
En fin, 50 años después, a la faz del mundo ha quedado registrada en la Historia Universal la gesta de la Revolución Socialista de Cuba y sus realizaciones: Reforma Agraria, acceso fácil y barato a la vivienda, alfabetización total, gratuidad de la educación y de los servicios de salud, posibilidad real de construir un proyecto de país, con voluntad política para hacer cambios económico-sociales y políticos en beneficio de las grandes mayorías de población.
Conquistas que se mantienen a pesar del derrumbamiento del sistema comunista de la Unión Soviética, que había sido el mejor aliado de la Revolución Cubana y del criminal bloqueo de los gobiernos de los Estados Unidos de América, el Imperio más poderoso del mundo y que ha causado al heroico pueblo cubano ingentes daños y una pérdida de por lo menos 224 mil millones de dólares. Y no obstante, Cuba mantiene impoluta su soberanía y constante su solidaridad con el género humano por medio de los gratuitos servicios médicos, deportivos y de educación que brinda a miles de miles de habitantes, no sólo del Continente americano, sino también de Asia y de África.
¡ALBRICIAS!, Cuba. ¡Que vuestro guía, Fidel Castro -faro orientador de quienes luchan por la libertad, la independencia, la igualdad y la justicia, como en Guatemala los revolucionarios del Frente Popular por la Soberanía, la Dignidad y la Solidaridad (Frente Popular SDS)- recupere totalmente su salud, para bien del pueblo de Martí y de otras partes del orbe, especialmente de Nuestra América!

No hay comentarios:

Archivo del blog