Por Luis Melgar Carrillo
Cuando un ciudadano Japonés, Alemán o cualquier miembro de un país del primer mundo observa a los ciudadanos latinoamericanos, no puede menos que tomar conciencia de la falta de competencia de muchos de sus habitantes. Esa falta de competencia es la que hace que muy pronto un extranjero que viene a residir al continente termine acumulando riquezas y tomando posiciones, al aprovechar oportunidades que esos mismos latinoamericanos muchas veces dejan ir.
Por otro lado si una familia latinoamericana se traslada a vivir al primer mundo, los hijos que hayan crecido y recibido la educación que esos países imparten, tendrán la oportunidad de llegar a ser igual de desarrollados que los hijos de los nativos.
La diferencia es el sistema de Educación. El sistema de educación tiene muchas facetas, razón por la cual en todos los foros de intelectuales se habla de una reforma educativa. Sin embargo no es fácil implementar esa reforma si las personas que dirigen a los educadores no tienen una visión con la cual orientar los cambios que se necesita.
Por ejemplo hasta hace menos de seis meses había universidades públicas en donde el programa de Maestría en Administración de Empresas con énfasis en Recursos Humanos no tenía considerado entre su programa de estudios los temas de Selección de Personal y de Capacitación como cursos fundamentales. Cuando el suscrito se lo planteó a sus autoridades, recibió la bofetada de alguno, quien le dijo que no se los iba a apantallar con espejitos.
Basta imaginarse a un médico que haya decidido aprender acerca de los Recursos Humanos, y al terminar su maestría, no sepa la manera de analizar un currículum ni como hacer una entrevista para seleccionar personal. Indudablemente ese médico se graduó en una maestría relativamente limitada.
Un arquitecto normalmente se encuentra con que las mejores personas que selecciona no están en capacidad de realizar su trabajo. Para afrontar el problema puede buscar la manera de implementar un programa de capacitación. Pero la maestría en recursos humanos no ofrece el tema. No se puede decir que sean “Maestros”, en el tema de los Recursos Humanos, quienes hayan salido de programas así de limitados.
En las carreras de Ingeniería y de Administración de Empresas de algunos centros de enseñanza, se imparten conocimientos que difícilmente vayan a tener una aplicación práctica en el mercado laboral. No cabe duda que aprender acerca ecuaciones diferenciales, teoría de colas, programación dinámica, el método Simplex o simplemente acerca de la transformada de Laplace, pueda tener uso en algún centro de investigaciones. En treinta años de experiencia profesional el suscrito nunca encontró una manera de aplicar esos y otros muchos conocimientos recibidos.
Los estudiantes no tienen deseos de ingresar literalmente a sus aulas a tomar clases, cuando consideran que lo que están aprendiendo no tiene aplicación práctica. Intuyen que en muchos de los casos se trata de conocimientos que no van a ser usados. Muchos cursos son usados como relleno para llenar los créditos académicos. Pero al fin y al cabo basura intelectual, que tiene muy poca aplicación.
El problema principal es la falta de visión tanto de algunas de las autoridades de las Secretarías de educación de los países latinoamericanos en primera instancia, como de algunos altos dirigentes universitarios, y en general de otras personas que gobiernan la trayectoria de los centros de estudios. Este caos se acentúa en las universidades públicas. Naturalmente a esa falta de visión se suma la poca preparación de algunos dirigentes sindicales.
Por otra parte muchos de los conocimientos importantes para el ejercicio profesional son muy escasos. Bastantes graduados salen con un título de licenciatura y cuando redactan parecen niños de primaria. Tampoco saben casi nada acerca del método científico para resolver problemas. Ignoran temas como hablar en público, hacer su propio Currículum vitae, hacer una entrevista para venderse profesionalmente, y menos aún como implementar sus conocimientos como empresarios.
Una de las razones es que los mismos maestros, se encuentran muy limitados. Por una parte sus autoridades no comprenden los cambios necesarios, y por la otra ellos mismos operan a nivel de maestros subdesarrollados. La suma total de todas esas anomalías son graduandos que tienen pocas oportunidades de competir en el mercado laboral.
Un primer acercamiento a la solución
Ante ese cuadro, que de continuar estancará en el subdesarrollo a los países de Latinoamérica en general, se tiene que hacer algo. Se puede comenzar por las universidades, y a manera de decantación llevar posteriormente esos cambios a niveles de preparatoria y de secundaria en etapas subsiguientes.
Los alumnos en general no tienen claro que es lo que están haciendo en la universidad. Buscan tener un título porque de esa manera agradan a sus padres y a la sociedad. Pero no tienen claro que es lo que desean ser. No tienen claro tampoco en que área desean trabajar. Cuando pierden el tiempo en los corredores y en las cafeterías, están evidenciando esa falta de conciencia. De esa cuenta salen ingenieros agrónomos que más adelante se dedican a hacer instalaciones eléctricas, o a trabajar como impresores.
Hay muchas acciones que se podrían tomar inmediatamente. Un primer esfuerzo para cortar con el círculo vicioso, es entrenar a los estudiantes de todas las carreras, en cuanto a la “necesidad de Logro”, también llamada “N-logro”. En otras palabras que puedan desarrollar para sus vidas personales el “Deseo de Triunfar”
Este tipo de entrenamiento consiste en que cada participante tenga un deseo por realizar actividades que le den sentido a su vida. Esto significa que definan con precisión sus objetivos personales de vida, así como una estrategia para alcanzarlos.
Los alumnos así entrenados, tendrán como resultado inmediato la toma de conciencia de su papel como estudiantes. Se debe orientarlos para que tengan claro que la universidad es un campo de entrenamiento. Y que por lo mismo perder el tiempo en los corredores, significa perder alguna oportunidad de llegar a ser un mejor profesional. Perder la oportunidad de competir con éxito cuando obtengan su título.
Cuando estos estudiantes cuestionen los contenidos de los programas académicos de las clases que reciben. Cuando tomen conciencia que un mal maestro que llegue a las aulas solamente para contar chistes e historias, les está robando su derecho de formarse integralmente, esos mismos alumnos van a buscar las maneras de mejorar la calidad de los conocimientos que reciben. Van a exigirles a sus profesores en una primera instancia.
Cuando sea necesario, van a buscar los mecanismos administrativos para modificar las circunstancias que les están estorbando. Naturalmente que en paralelo se deben buscar mecanismos de retroalimentación para recibir y conocer las quejas relevantes que presenten los estudiantes de manera consistente.
Para iniciar un proceso de esta naturaleza, se puede comenzar con grupos piloto. Estos equipos por supuesto tienen que ser conformados por gente seleccionada. Las altas autoridades de los centros de estudios también deben participar de esas experiencias. Se trata de que los participantes reciban un sistema de motivación orientado a logros.
En una segunda etapa se debe buscar que estos grupos piloto, multipliquen a manera de onda expansiva las vivencias que tuvieron, para llevárselos a otros líderes de sus respectivos centros de trabajo. En una tercera etapa llevarles la visión a los maestros en general. Ningún docente puede orientar a los estudiantes en cuanto al sentido de la vida personal de cada alumno, si no tiene claro para sí mismo de que se trata. Finalmente en la más importante de las etapas, entrenar a todos los alumnos acerca del tema.
Naturalmente que no es fácil pensar que un rector universitario se venga a sentar como alumno, para experimentar, dialogar y dar sus primeras conclusiones, sobre temas que teóricamente debería dominar. Lo paradójico es que si no lo hace es muy difícil que pueda comprender la magnitud de los cambios que es necesario implementar en su universidad.
David McClelland, autor del libro “La sociedad que Triunfa” desarrolló ampliamente este tipo de capacitación. Hay universidades de primer nivel como Harvard que han desarrollado material escrito y ejercicios didácticos que pueden ser aplicados a los primeros grupos seleccionados para iniciar la onda expansiva. Mucho de este material didáctico ya está en español en las sucursales que tiene esa prestigiada universidad en Latinoamérica y España.
El asunto es ¿Quién le pone el cascabel al gato? Sin embargo, de alguna manera hay que hacerle ver a las autoridades de los centros educativos, que deben perder la inercia intelectual en la que se encuentran inmersos, y buscar soluciones para hacer cambios a favor de una sociedad que se los está demandando a gritos.
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