jueves, 6 de junio de 2013
EL GENERAL EN SU MADRIGUERA (II): Mal paga el diablo a quien bien le sirve
Colectivo de Acción y Discusión Política, La Gotera
Epifanía de último momento. Las fuerzas oscurantistas y medievales en la región retroceden. El pírrico triunfo que obtuvieron los genocidas y sus adláteres con la revocatoria por parte de la supercuestionada Corte de Constitucionalidad de la sentencia dictada al ex general Efraín Ríos Montt, solo sirvió para destapar la olla de grillos que mantenían cubierta las elites siniestras que gobiernan la nación guatemalteca y cuya porquería fue mostrada a fuerza de encono por la valentía del pueblo ixil, y entre éste, sus mujeres, que profirieron una derrota contundente en el campo de la verdad y del respeto a los derechos humanos a la caterva de asesinos encabezados por el ex general.
Un triunfo por la igualdad y la dignidad, al acusar formalmente a un ex jefe de Estado, con el agravante de facto, del delito de genocidio el cual fue probado categóricamente durante el juicio. A raíz de ello, otros actores como los aglutinados en la cúpula del Comité Coordinador de Asociaciones de Comercio, Industriales y Financieras –CACIF-, están en la mira de las investigaciones futuras, así como otras agrupaciones de ultraderecha por las cuales han estado abogando algunos columnistas y opinantes de radio y televisión.
Agrupaciones fascistas que también esperan su turno de indagación como la AVEMILGUA, la Liga Pro Patria, la Fundación contra el Terrorismo y otros.
La historia de esos crímenes apenas ha mostrado la cresta de la podredumbre que guarda en su interior. Los huesos de los asesinados han empezado a manifestarse y hacerse escuchar por medio de sus sobrevivientes. Estos mismos, han empezado a hablar, a pronunciar y denunciar el nombre de sus asesinos y sus abogados.
Intuimos que más temprano que tarde, triunfará la decisión que negar el genocidio será un delito para una sociedad cansada de violencia y muerte; de abusos y humillaciones. Negar el genocidio será una afrenta para el recuerdo de miles de víctimas que fueron eliminadas por el simple hecho de pensar una patria nueva, una patria para ellos, donde sus hijos fueran felices y despreocupados.
Mientras tanto el ex general sigue en su madriguera, a salvo por el momento, pero asustado, intranquilo y hosco pues sabe que el brazo de la justicia puede caer sobre él de un momento a otro. Mientras en su cerebro martillea el viejo refrán: “Mal paga el diablo a quien bien le sirve”.
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