lunes, 7 de marzo de 2011

2010 - 2011, CAMBIO DE DÉCADA EN GUATEMALA

Víctor M. González Robles

2010, año que se recordará por el recrudecimiento de las necesidades no resueltas para la población guatemalteca mayoritaria. La inseguridad sobresalió, una vez más, como el problema más inmediato. Aunque eso sí…no fue el único. Igualmente, reinó el desempleo, el empleo mal remunerado, el aumento de la economía informal, el déficit en la cobertura de la seguridad social para la clase trabajadora, el incumplimiento contractual por la parte patronal, que en ocasiones despide empleados, para luego ofrecer recontratarles con menores salarios. Además, la ausencia de políticas tangibles en el agro, la vivienda popular, la niñez, la adolescencia y la tercera edad. El permanente aumento en el costo de vida, al extremo que el salario mínimo, tema de suma molestia para la clase empresarial tradicional, llegó a ser insuficiente para cubrir la canasta básica.

Así mismo inició el 2011, año de elecciones generales. Mientras el pueblo mayoritario vive, padece y carece, el sector político tradicional, los partidos políticos, están absortos en su muy particular prioridad: definir la estrategia a utilizar en el evento electoral que se avecina. Lo cual repercute en la parcial y poco evolucionada democracia formal del país, que no pasa de ser la institucionalización del cambio de partido que logra el poder político cada cuatro años, período durante el cual se conforman las redes de influencias y favores, contratos y comisiones millonarias, en beneficio de particulares, a expensas de comunidades. Restando atractivo y expectativa en las mayorías con derecho a voto. Las cuales han comprendido, cada vez mejor, que la democracia no es algo pétreo, eterno e inmutable. Todo lo contrario. Paulatinamente, esas mayorías con derecho a voto, han quitado representatividad y legitimidad a los partidos políticos, al punto de cancelarlos, aún hayan hecho gobierno previamente.

Eso sí, la gran clase empresarial tradicional, intenta permanecer incólume. Al primer atisbo de sentirse amenazada, presiona, condiciona, con tal de mantener sus réditos, aún éstos afecten a amplios sectores populares. Este año es de esperar más de lo mismo, discursos prometiendo resolver los problemas, promesas que van quedando en eso: ¡promesas!. Movimientos y traslados presupuestarios, para fines distintos al original, especulando y generando el denominado jineteo del dinero, en favor de muy particulares intereses. Además, la continuidad en la administración de la ya perdida guerra al narcotráfico. Actividad no legalizada, que genera enormes dividendos, tanto a sectores particulares o privados, como a sectores institucionales o públicos. Y que coadyuva en el dominio geoestratégico de los Estados Unidos en la región.

Es evidente que las interesadas e interesados en lograr o mantener el poder político, viven la angustia de cada cuatro años: inquietar a la ciudadanía para agenciarse sus votos. A pesar de ello, el pueblo va tomando conciencia que el modelo vigente de partido político no es fiel y legítimo representante de sus derechos, necesidades e intereses. El concepto del comité cívico, va tomando forma en su imaginario político, todo de la manera más espontánea y comunitaria, lo cual genera sólida legitimidad y representatividad a dicha opción participativa.

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