viernes, 19 de febrero de 2010

Tributación Fiscal en Guatemala: Capital vs Pueblo

Wilfredo Lanuza

     A raíz de las declaraciones del vicepresidente guatemalteco sobre la evasión fiscal multimillonaria, he estado reflexionando a ese respecto y al buscar alguna información fiscal, descubrí que existe una serie de mitos que sirven para ocultar la realidad. Lamentablemente, lo que no se puede ocultar es la triste realidad que vive la mayoría empobrecida de este país.

     En comentarios escritos anteriormente, he mencionado infinidad de veces que al sector empresarial no le gusta pagar impuestos y siendo que históricamente han sido los dueños del país (aunque lo más propio es decir que se lo han apropiado), se sienten con todo el derecho de decidir que el tema fiscal no es un tema discutible. No lo digo yo, lo dicen ellos mismos y sus razonamientos no tienen ningún sustento porque el trasfondo de sus palabras, siempre se orientan a la teoría del derrame. Pero esa es una farsa, porque el salario, que es la forma que tienen los trabajadores de participar, son, dentro del proceso del proceso productivo, un costo variable que es decidido en última instancia por el “mercado laboral”, por los dueños del capital exactamente. Nunca se podrá decir que los trabajadores participan en la distribución de la plusvalía.

     Esa es la razón de que durante el gobierno eferregista, los señores empresarios estaban dispuestos al “diálogo” siempre y cuando hubiera un cambio de política económica, en que no se hablara de reforma fiscal y no se tocaran los factores de la producción (recordemos que Portillo impuso hipotéticamente y de manera frecuente un aumento de salario mínimo por la vía de crear un bono, aún cuando sabemos que una gran parte de patronos no cumplió con eso ni se les obligó a hacerlo). ¡Bonita solución! Es como decir tácitamente, “cambien  lo que quieran, siempre que no nos toquen los privilegios que tenemos” consistentes, entre otras cosas, en no pago de impuestos y en continuar pagando salarios de hambre. Esa ha sido siempre la actitud y quisieran que continuara siendo. Pero ¡oh, alegres nuevas! La historia sigue su curso sin que nadie pueda detener el curso de su rueda y las cosas cambian, aún así tarde en algunos países más que en otros.
    
     No digo lo anterior por ningún determinismo, sino porque es inaudito creer que todo continuará sin modificaciones, especialmente la vida social. Ya Marx nos mostró que, sin ningún determinismo, la historia de las sociedades está en constante transformación. El problema es que por mucho que se esfuercen en imponer su voluntad, los integrantes de la clase dominante, terminan cansando a las masas de la vida miserable que se les impone.

     Así, vemos que la burguesía francesa derrocó a la nobleza con la participación de las masas que fueron engañadas por esa misma burguesía. Es decir que siempre las utiliza cuando le viene la necesidad. Pero si creen que eso será un asunto eterno, se equivocan grandemente. Las masas francesas están demostrando que no están contentas con su realidad: salen a las calles y las toman, incendian suburbios, se oponen a medidas que les afectan. Recuerden lo que pasó con la ley sobre el primer empleo. Habrá que ver en que para toda la fuerza que se está acumulando en Francia, ojalá lleguen finalmente al momento del salto, aunque eso llevará tiempo y no sabemos la forma que asumirá cuando eso pase.

     Podríamos decir que por ahora, todo ese movimiento no lleva a transformaciones peligrosas para los intereses económicos, pero debemos ver los hechos como procesos y entender que tienen un carácter histórico que se va desarrollando gradualmente. Y no sólo los franceses, sino muchos pueblos de la tierra –incluido el nuestro- tienen experiencia revolucionaria que en un momento determinado podrían dar el salto.

     Volviendo al tema al que me refería, hay una verdad que no se menciona en ninguna parte y es que los impuestos son pagados en una parte mayoritaria  por el pueblo, mientras que el poder económico paga casi nada.

     No es secreto -aunque así se desea por parte del capital reaccionario- que el Estado burgués se financia por los impuestos indirectos. Mientras que los directos son un ínfimo porcentaje que en realidad no representan un pago.

     Es decir, esa ínfima parte no se paga sino se invierte (cuando lo hace) por parte del capital y saca con creces los réditos a dicha inversión. No es una forma de despotricar irracionalmente contra nada ni contra nadie, sino una denuncia basada en datos reales que no es posible negar por nadie porque si se tratara de profundizar el análisis, veríamos que la situación es mucho peor de lo que los datos dicen.

     Voy a presentar unos datos que van de 1995 a 2006 y fueron extraídos de la información que brinda la SAT, con información del Ministerio de Finanzas Públicas y del Banco de Guatemala. Es decir, son datos oficiales del Estado burgués que no es posible ocultar, pero que si podemos poner en duda (los porcentajes) debido al cambio en la manera de calcular el PIB. Es interesante la manera cómo el presidente venezolano Hugo Chávez hablaba de implementar un nuevo sistema de este cálculo, ya que en el sistema tradicional se pasaban por alto muchas actividades que deberían incluirse, ya que por el simple hecho de que sea el Estado quien las realice no significa que no deben ser considerados en los cálculos. Esa manera tradicional puede hacer que exista de hecho un falseamiento de la realidad, haciendo creer que la carga impositiva representa un porcentaje más alto en relación al PIB, cuando la verdad es que resulta más pequeño de lo pensado.

     De cualquier manera, como yo no soy economista, espero no cometer errores, pero si ese fuera el caso, pido de antemano me disculpen. Lo que no cambiará es el hecho de que en realidad es el pueblo quien lleva a cuestas la mayor parte de esa carga tributaria.

     Veamos entonces lo que nos muestra la SAT y saque cada quien sus conclusiones, que aquí no se trata de persuadir o convencer sin fundamentos de un punto de vista sino que los datos son reales, crudos y muestran la injusticia. El otro día escribí un artículo sobre las palabras de Castresana acerca de que Guatemala se muere y expresé entonces algunas de las razones porque se muere, pero estos datos nos muestran aún con más crudeza que literalmente y sin necesidad de incluir figuras simbólicas, la muerte es real. Si no hay una escala ascendente de tributación, en la cual pague más quien más recibe, hay una clara  injusticia y el Estado resulta sin los fondos necesarios para invertir. Claro está, de este Estado miserable no podemos esperar nada, aún así se tribute el 100% de los ingresos, pero esto último forma parte de otra lucha por trasformarlo, de la cual hablaré en otra ocasión.

     Los datos que siguen fueron, como dije, tomados de laq página de la SAT y por lo tanto, son oficiales:

Recaudación Tributaria Anual. Período 1995-2006. (En millones de quetzales)

AÑO
CARGA TRIBUTARIA
INGRESOS TRIBUTARIOS
Directos
%
Indirectos
%
1995
8.8%
1,400.74
21
5,357.69
79
1996
9.8%
2,016.50
24
6,390.74
76
1997
10.4%
2,261.01
22
7,691.18
78
1998
10.4%
2,379.87
26
9,094.86
74
1999
11.1%
2,907.48
28
10,365.55
72
2000
11.4%
3,312.15
30
11,163.09
70
2001
11.6%
3,864.08
31
12,618.66
69
2002
12.5%
5,085.45
35
14,448.50
65
2003
12.2%
5,257.75
35
15,020.30
65
2004
12.3%
5,376.62
32
16,961.01
68
2005
12.0%
6,057.86
34
17,913.36
66
2006
12.6%
7,655.89
38
20,123.47
62

     Veamos dos cosas del cuadro anterior que son las que me llaman más la atención. La primera, que la tasa de la carga tributaria es de las más bajas que se conocen en los distintos países; además, existe, como ya dije antes, el sesgo de que el PIB estaría mal calculado, haciendo parecer dicha carga como más alta de lo que es en realidad.

     La segunda cuestión es que los impuestos indirectos superan por muchísimo a los directos. Ahora bien, ¿Qué implicaciones tiene esto en el desarrollo del país? Si consideramos que los indirectos son impuestos en los que el IVA es el principal rubro, debemos tomar en cuenta que en el cuadro anterior no están contempladas las devoluciones por crédito fiscal. Eso, sumado a lo mencionado por el vicepresidente Espada, nos hace pensar en el volumen de la evasión que realizan exportadores y otros actores más que ojalá lleguemos a saber quiénes son y las autoridades no se lo guarden a la manera en que lo hicieron con un empresario acusado de defraudar  en Q26 millones al Estado de Guatemala y ni las cámaras de televisión de los noticieros pudieron mostrar su rostro, ni las autoridades acusadoras mencionaron el nombre. Pero si capturan a un delincuente de poca monta o a alguien sin importancia para la élite, entonces sale la policía sujetándole la cabeza para que le veamos la cara y quitándole la camisa para que vean sus tatuajes. ¿Cuál es la diferencia entre los dos casos?

     Además, tenemos que en el caso de los impuestos directos, el principal es el ISR y podríamos pensar que entonces los que más ganan, más pagan, pero no es así porque, en primer lugar, este rubro no aparece desglosado y por lo tanto, no podemos, por medio del informe, determinar cómo es el comportamiento en este sentido. Yo me atrevería a pensar, a partir de varios elementos –como la negativa de los empresarios a discutir sobre el tema fiscal- que quienes más aportan en el ISR son los trabajadores en relación de dependencia, ya que a estos se les retiene un porcentaje de su pago para abonar a su cuenta fiscal. Yo me pregunto, ¿quién le retiene a las empresas? En otras palabras, son los que conforman la mal llamada clase media, venida a menos cada vez más aceleradamente, los que más tributan a ese rubro; en la tributación encontraremos pequeños y talvez medianos burgueses, aquellos que son los más afectados por las políticas que impulsa el imperio y el Estado vasallo de Guatemala.

     Pero en fin de cuentas, quien paga en verdad es el pueblo consumidor, los pobres. Los ricos no consumen cosas del país, ellos importan y también compran en el extranjero. Si esto es así, entonces, ¿a quién tiene obligación de devolverle en servicios de calidad el Estado? ¿Qué dice la realidad? Quien ha ido a un hospital nacional sabe que la atención es pésima por parte de muchos de los empleados de salud y luego le dan una receta que tiene que ver de qué manera se puede costear, porque si no…debe pasar muy malos momentos o esperar pacientemente la muerte. El comentario anterior no significa que yo defienda la atención privada porque ésta es más mercantilismo que otra cosa. Lo que digo es que mientras los que más tienen disfrutan de grandes beneficios y no pagan por ello lo que debería ser una obligación, los más desposeídos tienen que aguantarse o morir, aún cuando son los que financian al Estado de los defraudadores.

     Otro problema mencionado por Espada es lo que respecta a los contenedores que se van vacíos. Ese es un problema que debe ser investigado a profundidad para que la verdad salga a luz y los culpables de delitos sean castigados de acuerdo con sus faltas. Ahora ya no se habla de los familiares de Oscar Berger que estaban contrabandeando distintas mercancías y fueron acusados por una funcionaria de la SAT sobre el fraude. ¿En donde quedó todo eso? Siempre es lo mismo, los poderosos no están obligados a responder por nada, por eso es que la escala impositiva en Guatemala es regresiva, porque descansa sobre los hombros de los más desposeídos que  no tienen poder de ningún tipo. Los más poderosos burlan  las mismas leyes que ellos impulsan y luego se preguntan y se lamentan hipócritamente de la pérdida de valores, de la “descomposición social” y cosas por el Estilo. Pero si el sistema burgués nació putrefacto.

     Mientras eso no cambie, Guatemala  seguirá siendo lo que hasta ahora, un vasallo del imperialismo mundial, principalmente yanqui y una parcela de los criollos, herederos de la colonia y otros cuantos que se les han adherido a expensas de algunos cuantos que cayeron en la desgracia de salir del círculo de los privilegiados.

     Lo triste de todo esto es que detrás de todas las reflexiones anteriores existe un pueblo que se está muriendo literal y efectivamente de hambre, que está sufriendo enfermedades que podrían muy bien ser tratadas por un Estado responsable, aplicando políticas adecuadas, tanto preventivas como curativas. Nuestros niños en el país muestran deficiencias pondo-estaturales provocadas por desnutrición; más de 100 mil se mueren al año por causas relacionadas a esto. Y así podría seguir repitiendo hechos que son conocidos, yo mismo los he mencionado.

     Lo que interesa en verdad es qué vamos a hacer los guatemaltecos, el pueblo afectado: ¿seguiremos aceptando con la cabeza baja que los más de cinco siglos de opresión y represión se perpetúen, o vamos a decir como en 1944 ¡YA BASTA! Y nos dispondremos a organizarnos y preparar nuestro futuro que es brillante, glorioso pero que debemos realizarlo como dijo Chivás en Cuba? La decisión es nuestra, pueblo guatemalteco.

     Para empezar, ya es tiempo de que los defraudadores y privilegiados de siempre empiecen a cumplir con su responsabilidad moral. Es tiempo de que este gobierno que se autonombra de solidaridad y se hizo llamar socialdemócrata de manera demagógica se ponga los pantalones y realice una verdadera y justa reforma fiscal que tenga un carácter progresivo. Por supuesto que para hacer eso, deberían hacer el verdadero trabajo político que cree las condiciones que permitan realizar las primeras transformaciones requeridas. Es como pedir peras al olmo pero las cosas son así, lo único que hago es decir como están las cosas. No es progresismo usar a las masas para acarrearlas cuando lo necesitan para defender su proyecto sectorial.

     Lo que pasa es que no es lo mismo acarrear alguna cantidad de gente que darse a la tarea de organizarla, formarla políticamente y empezar a impulsar políticas de cambio, no de demagogia. No es lo mismo atacar los privilegios a favor del pueblo que quitarle a unos y darle a otros. Eso señores es demagogia y lo que necesitamos en  Guatemala es una nueva revolución que transforme todas las raíces podridas del sistema y erija una nueva institucionalidad de beneficio popular. Ya lo vivimos una vez y debemos vivirla de nuevo. Podemos retomar lo inconcluso y profundizarlo.

     Ese es nuestra responsabilidad cívica, nuestro deber ante el pueblo y como pueblo. Si el pueblo no participa se convierte en dictadura y ya estamos cansados de eso.

     Pueblo guatemalteco, es hora de levantarte, de alcanzar tu estatura política, moral, económica, sin privilegios, es hora de despertar del sueño con que nos han  embrutecido y poner los cimientos de una nueva nación refundada que podamos heredar a las generadoras venideras. Jóvenes populares, es tiempo de decir ya no queremos más opresión y explotación, ya no queremos más neoliberalismo, ya no queremos capitalismo, queremos más humanismo y justicia, igualdad real, no sólo formal de la que se basa en los contratos. 

El futuro es un reto al alcance de nuestros sueños, ¿lo aceptamos?

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