miércoles, 3 de febrero de 2010

HAITÍ, 12 DE ENERO DE 2010 ¿QUE VIENE DESPUÉS?

Por Wilfredo Lanuza

     El día martes 12 de enero pasado como a las 6 de la tarde, me encontraba viendo la televisión y entonces sintonicé el canal Telesur, el cual informaba que había ocurrido un terremoto en Haití. Como había sintonizado el canal  cuando ya terminaba la nota informativa, solamente alcancé a escuchar al presentador que decía que por fortuna no había víctimas mortales; era obvio que no podía referirse a Haití, así que deduje que se refería a la República Dominicana.

     Busqué otro canal que pudiera ampliar la información y entonces escuché en CNN en español que además del terremoto existía el riesgo de un tsunami posterior. Cuando escuché sobre esa posibilidad, me quedé frío, atónito; debo confesar que he estado metido en un problema nervioso bastante fuerte que, sumado a la noticia me causó una angustia terriblemente  mayor a la que la noticia me hubiera causado.

     Posteriormente, la alegría de que el tsunami ya no era una posibilidad fue opacada por la tristeza de ver la dimensión de la catástrofe: al menos del 70% de Puerto Príncipe fue derrumbado y el número creciente de muertos talvez nunca llegue a saberse, aunque hubo organizaciones que se atrevieron a hacer un estimado que podría llegar a ser mayor a 500 mil personas.

     Sin importar cuál sea el número exacto de fallecidos, nuestras reflexiones deben centrarse en las causas de la magnitud de la tragedia, ya que  todo fenómeno responde a una causalidad y si bien es cierto, no podemos controlar las fuerzas de la naturaleza, si podemos prever que estas fuerzas pueden soltarse violentamente en cualquier momento y qué podría pasar en tal caso. Ojalá que no hayan manos humanas involucradas en el fenómeno.

     En primer lugar, debemos preguntarnos porqué Haití es un país tan pobre, lleno de miseria y sufrimiento y porqué no estaba preparado para una catástrofe de este tipo, porque no es algo casual sino que responde a causas históricas que son comunes a los países latinoamericanos.

     El problema de Haití no empezó cuando la tierra se sacudió violentamente, sino que para ese momento era un país colapsado, víctima de la rapacidad del imperialismo de turno, aunque los Estados Unidos no son la única potencia que ha subyugado al país caribeño, sino la última. No es casual la molestia de Francia respecto a la actuación del imperio norteño en el manejo de la situación actual.

          Para no alargar mucho el asunto, diré que los Estados Unidos son directamente responsables de la inestabilidad política en Haití. Para ilustrar esto, mencionaré el hecho de que la “renuncia” de Jean Bertrand Aristide fue producto, no de la “insurgencia”, sino de la presión de los marines que fueron los que lo obligaron a renunciar, para posteriormente sacarlo del edificio de gobierno y del país.

     Esa ha sido la larga historia de la América Latina y caribeña; la democracia yanqui es funcional para aquellos gobiernos lacayos que sacrifican su soberanía y el desarrollo de sus pueblos en aras de los intereses del norte. No es casual el atraso social que reflejan. Por citar un ejemplo, el analfabetismo, el hambre, la miseria haitianas. La pregunta válida aquí es ¿porqué si hay tantos elementos de tropa de los cascos azules desde hace años, la situación no cambió? Lo único que lograron fue estabilizar la situación en su favor, pero para el país afectado nada bueno pasó, excepto la ayuda cubana que ha estado desde mucho tiempo atrás y la venezolana. Sin duda que sin ese apoyo vital, los índices de atraso serían mucho peores.

     Hay dos pensamientos que se me ocurren a partir de la situación actual: por un lado, la cuestión de quién le dio derecho a los EUA para que se erigieran en jefe  que coordinaría las acciones de ayuda y distribución de los envíos internacionales a Haití.

     Es patético y causa indignación ver en la pantalla de la televisión, cómo los rescatistas extranjeros no podían salir hacia los escombros a rescatar a quienes estaban atrapados y necesitaban auxilio rápido, debido a que el control lo tenían los soldados estadounidenses. Tampoco se procedió a la distribución de la ayuda extranjera enviada de manera rápida como lo requerían las circunstancias; un rescatista mexicano decía por la televisión que incluso ni los medicamentos podían sacar del aeropuerto  y que él tuvo que proceder a extraer medicinas de manera subrepticia con la ayuda de un enviado europeo para poder ayudar a los damnificados. Hasta los funcionarios diplomáticos franceses protestaron por la actuación de los EUA (para no ser ingenuos, no debemos olvidar que en Haití se habla francés) y demandaron a la ONU que se aclarara prontamente esa situación con la que estaban en desacuerdo. También hubo protestas de otros países porque no se les permitía  salir a ayudar a los damnificados.

     En cambio, para los EUA la situación fue perfecta para mandar tropas de ocupación a un país destruido, yo me pregunto porqué en lugar de enviar especialistas de la salud, enviaron militares que no ayudaron incluso cuando la desesperación por la falta de insumos comenzó a provocar algunos saqueos y la policía haitiana tenía problemas para ejercer control de la situación. Los marines demostraron que tenían una agenda específica y dejaron ver  quién es el colonialista de turno allí. Eso quedó bien claro.

     Por otro lado, luego de ver lo que pasó  en Haití con la dimensión de la catástrofe, uno debe preguntarse qué irá a pasar con los problemas del cambio climático en el mundo si la última esperanza estaba cifrada en Copenhague y lo que ocurrió en ese lugar fue una solemne burla a la humanidad que esperaba que se profundizaran medidas que ayudaran a salvar el medio ambiente y a cambio se le dio el tiro de gracia a lo que planteaba el protocolo de Kyoto. Nuevamente, unos pocos decidieron el futuro del mundo entero, basada esta decisión en los intereses económicos de las burguesías respectivas y no en la sobrevivencia de la humanidad. ¿Justicia? Ni a la distancia se le ve en el horizonte.

     El problema es grave porque como decía posteriormente a Copenhage el canciller cubano, si no se reduce drásticamente la contaminación, no faltan ni siquiera diez años para que estemos viendo catástrofes mucho peores de las vistas hasta ahora que van a diezmar aún más a la humanidad. Pero eso no le preocupa a los maltusianos yanquis y de otras latitudes que opinan que hay que deshacerse de al menos un tercio de la población. Solamente le tomó un año a Obama para que aquellos que aún creían que él representaba un cambio, se dieran cuenta de la verdad: el gobierno del presidente del Partido Demócrata es tan republicano como el de Bush, ya que todas las políticas siguen siendo imperialistas, guerreristas, irrespetuosas hacia los demás y sin visión de futuro, como si en realidad creyeran que ellos son los responsables de hacer que se cumpla el Apocalipsis. A estas alturas creo que yo me lo empiezo a creer también. Talvez sean una de las bestias que el Apocalipsis menciona, no estaría lejos de que así fuera.

     Vemos que luego de Haití, tenemos problemas de inundaciones por temporales severos en Brasil, Perú, Bolivia, Australia y otros países. En otras partes, contrariamente hay sequías que provocan desabastecimiento en muchos pueblos, carestía que, dicho sea de paso, sirve de excusa perfecta a los acaparadores y son motivo de mayores niveles de hambre y enfermedades.

Imaginemos que pasaría en nuestro país si se diera una catástrofe tan intensa como la haitiana. Y no es necesario hablar de terremotos, puede ser otra igual de mortal. Si no fuera que se trata de seres humanos, me habrían dado risa las palabras del director de un hospital de la capital que afirmaba orgullosamente  que ellos ya estaban preparados para un caso dado, pues contaban con alrededor de 49 camas en la emergencia. ¡Pero si tan sólo la influenza ha hecho que no haya camas disponibles en ocasiones! ¿Será que estos señores creen que a la hora de una desgracia, la naturaleza va a contar cuántas camas hay disponibles? Ya tuvimos un aviso el otro día con un temblor de 6 grados. Afortunadamente no hubo pérdidas que lamentar. No pueden pensar en la gran magnitud de una desgracia posible. ¿Se les olvidó el Match o Stan? Y eso que ambos llegaron con una intensidad mucho menor.
  
     Pero puedo prever que las predicciones del canciller cubano, basadas en estudios científicos serios se refieren a catástrofes más serias que las actuales. Y eso que en la actualidad ya son inaceptables las condiciones de vida vigentes en los pueblos del mal llamado tercer mundo porque son millones que viven en condiciones infrahumanas. Nada más tratemos de imaginar tal cosa; es como para ponerle los pelos de punta a cualquiera que tenga dos dedos de frente y un poco de conciencia y de amor por la humanidad.

     En realidad, no se trata de hacer una crítica sólo por criticar, aunque si quedaría justificado hacerlo; más bien, se trata de buscarle solución a lo que parece irremediable si las cosas siguen como van hoy en día.

     Hay una verdad que no se puede ocultar y es el hecho de que el neoliberalismo ya llegó hasta donde podía llegar razonablemente y ha demostrado porqué decimos que es un sistema pésimo para el desarrollo de los pueblos. El problema es que se está tratando de ponerle parches al fracaso para hacerlo que siga andando a pesar de los daños que produce. Nos enteramos en los noticieros que la economía de los EUA creció más del 5% en el último trimestre y los economistas se congratulaban de la información; lo malo es que ese crecimiento (suponiendo que sea cierto) no significa beneficios para los trabajadores porque los puestos de trabajo no aumentaron. Solamente es otra forma de mostrar cómo se beneficia a los grandes intereses en desmedro de los trabajadores. Antes que aumentarlos, los puestos de trabajo disminuyen, lo cual es prueba de que no todo marcha sobre ruedas como lo dice el discurso mediático capitalista.

     Yo seguiré insistiendo en que  el capitalismo es un sistema desastroso pero también horroroso porque en lo económico, fomenta una anarquía terrible en la producción, es injusto por la inequidad en la distribución que cada vez es más desequilibrada, en cuanto al medio ambiente, es la institucionalización del uso irracional de los recursos que redunda en la destrucción del medio y produce, además, una gran contaminación de la que se han vertido ríos de tinta y que apenas está empezando a mostrar todos los males que pueden venir como una consecuencia lógica. En otras palabras, el actual sistema no tiene viabilidad, aunque si lo planteo de una manera más correcta, deberé decir que en el capitalismo la humanidad no tiene futuro.

     Si esperamos que la humanidad salga del marasmo en que se encuentra, debe haber un cambio radical que nos lleve a algo nuevo para tratar de revertir los daños que ya se han causado. Mantener al capitalismo intacto debería ser  declarado por el derecho internacional, un delito de lesa humanidad, en virtud de toda esa masa que ha muerto, la que está muriendo y la que seguirá muriendo en proporciones crecientes en proporción directa al aumento de la rapacidad de los actuales propietarios del capital que se sienten además, dueños del mundo para decidir por él. Así están las cosas  y eso es lo que debe cambiar.

     Claro que lo anterior requiere que los pueblos adquieran el nivel de conciencia que les lleve, no solo a entender la situación. También debe moverles a buscar un nuevo rumbo. Un punto a favor para esa toma de conciencia es que los pueblos están sufriendo crecientemente las consecuencias de un sistema injusto. El punto en contra es que el aparato mediático ha logrado hasta ahora en muchos lugares apaciguar a esas multitudes que no van a despertar sino hasta cuando ya no encuentren hacia donde desviar su atención de las causas de los problemas. Ojalá ocurra antes. Recordemos que no necesitamos iniciar un nuevo mundo porque –como decía el presidente Chávez hace poco- éste ya se ha iniciado.

     La única esperanza que tiene la humanidad es acabar con el capitalismo y luchar ya por el establecimiento del socialismo en cada país. Las grandes masas oprimidas y explotadas deben entender que esa es la única salida porque no se le puede poner un remiendo nuevo a una prenda vieja y podrida y eso es lo que es exactamente el sistema capitalista: un anacronismo putrefacto que sirve de freno a las fuerzas productivas y peor todavía, de motivo del atraso de cientos y hasta miles de millones de seres humanos que ya no pueden más con el peso que le agobia por causa de una pequeña minoría en el mundo. Eso jamás podrá ser llamado democracia y mucho menos justicia.

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