LA NECESARIA ARTICULACIÓN POLÍTICA
Es
indudable que en la coyuntura actual se impone la necesidad de la articulación
política de organizaciones y movimientos que estamos luchando, desde distintos
frentes, ante la explotación, el expolio y la opresión que implementan las
principales formas en que el capital transnacional y local se organiza
económica, social, cultural y políticamente, así como el Estado que ha sido
construido históricamente para tales fines y que hoy el gobierno derechista del
Partido Patriota, como buen operador de tales intereses, implementa a través de
sus políticas entreguistas y represivas.
Y es
un reto porque enfrentar tales poderes requiere que las luchas se extiendan con
acciones a nivel nacional para potenciarse y evitar que sean acorraladas en lo
local o regional, en lo sectorial y en subterfugios de diálogo y de
subvenciones que mediatizan. Asimismo,
para que tales luchas se conviertan en parte de un programa político que las
potencie en la búsqueda de construir poder popular (de clase, étnico y de
género) y para tomar el poder del Estado, principal e ineludible instrumento
con el cual impulsar las transformaciones históricas y estructurales
necesarias.
Pero
dicha articulación es y debe ser concebida en su complejidad. Para que dicha
articulación se logre debe considerar, entre otros elementos:
1) El
reconocimiento que las organizaciones y movimientos actualmente existentes
corresponden a sujetos socio-políticos.
Esto
significa que constituyen procesos históricos, presentan distintos arraigos
territoriales, han gestado agendas y programas políticos, decidido estrategias
de lucha, construido liderazgos y alcanzado distintos grados de desarrollo
ideológico y político, entre otros elementos de distinto orden.
Es
decir, esto significa el reto de articular las diferencias en materia de
visiones, luchas y prácticas, lo que imposibilita de inmediato la unidad, aun
cuando esta debiera ser un propósito en el mediano y largo plazo, pero nunca a
ser impuesta. Tal articulación de las diferencias es tan importante como
articular aquello que compartimos. Ambas dimensiones, sin duda, pueden permitir
gestar conjuntamente un programa político compartido.
2) Es
indudable que si la articulación estratégica es el genuino propósito, se dará
prioridad a éste y no a la imposición de la agenda, estrategia y conducción de
un tipo de organización.
Esto
quiere decir, que si una organización opta por lo electoral porque esa es su
búsqueda, no debe pretender imponerla a través de subterfugios a las demás; así
como las demás organizaciones deben respetar el hecho de que una organización
opte por lo electoral. Anteponer lo electoral o lo no electoral, resultará en
un resquebrajamiento de la posibilidad de articulación que en un momento pueda
encontrar posibilidad de gestarse. Se afirma lo anterior porque esto es lo
dominante en los últimos esfuerzos de articulación política que se expresaron,
con sus matices, en el Movimiento Político y Social de Izquierda (MPSI) y la
Mesa de Unidad de las Izquierdas o Mesa Unitaria, que antecedieron a la
creación del Movimiento Amplio de Izquierda –MAÍZ- y del Frente Amplio, sólo
para poner a consideración los dos productos y los dos momentos electorales
anteriores al actual, y que fueron oportunidades perdidas por prácticas que
deben ser asumidas crítica y autocríticamente.
3) Antes
que pensar en abrir un congreso político, crear una estructura y buscar la
aprobación de estatutos, debe garantizarse que se han dado los avances
necesarios para lograr dicha articulación.
Esto
pasa por reconocer avances, como los gestados por los Consejos de Pueblos, por
las organizaciones de mujeres, por los partidos políticos, aun cuando presenten
limitaciones de distinto orden.
Igualmente importante será la relación que se geste entre la ciudad
capital y los departamentos, entre lo rural y lo urbano, entre las distintas
formas de organización y lucha sectorial y territorial, entre los distintos
pueblos, entre las distintas identidades y liderazgos. Y esto impone diálogo,
en el cual se hable y se escuche, en el cual se maduren propuestas estratégicas
y tácticas compartidas.
Todo
esfuerzo de articulación política, encuentra ciertas posibilidades en cada
momento y coyuntura. Esto podría afirmarse para el contexto de la dinámica
electoral. Sin embargo, como ha sucedido en los anteriores intentos, pretender
que dicha articulación sea por y para lo electoral, subsumida además en las
cooptaciones, imposiciones, luchas por cuotas y hasta deslealtades, enmarcada
en el estricto pragmatismo, cortoplacismo y lógica partidaria, resultará en un
ensayo que aportará, antes que a la articulación, a retrasarla cuando no a
impedirla.
Es
legítimo, aunque algunas personas u organizaciones no lo compartan, que se haga
llamados a crear frentes o movimientos político-electorales. Pero esta
pretensión debe ser planteada de forma explícita y con lealtad, y no pretender
imponerla con subterfugios a un esfuerzo de articulación que podría tener
posibilidades en el mediano y largo plazo, en sentido estratégico. En ese
sentido, lo que se crearía sería una articulación electoral y quienes no estén
de acuerdo con ello o con el momento y las condiciones alcanzadas para ello,
tendrían todo el derecho de alejarse de dicho esfuerzo.
Es
necesario plantear que la electoral es una forma de lucha, que podría llegar a
ser la estrategia política. Sin embargo, ante las características del régimen
político, la lucha electoral no encuentra justificación en este momento y en
este contexto para convertirse en la estrategia política de las organizaciones
y movimientos que pretenden las transformaciones que nuestro país y que los pueblos y sujetos políticos necesitan y
requieren. Para esto necesitamos avanzar primero en esa articulación política,
marco en la cual deberá concebirse, entre otros asuntos, la estrategia
necesaria, en donde la lucha electoral sea analizada en sus posibilidades para
convertirse en estrategia política o en una forma de lucha secundaria y
complementaria.
Para
competir en la contienda electoral se requiere recurso financiero y medios de
difusión masiva, que la izquierda no posee. El factor a partir del cual podría
empezar a romperse con las limitaciones fundamentales ante tales carencias, se
encuentra en la organización, que en este momento histórico pasa por la
articulación de organizaciones, movimientos y liderazgos. Sin esto se podrá
participar, en buena medida validando el sistema político, pero no se podrá competir
por el control del gobierno y menos por la toma del poder del Estado.
Es
por ello que como Frente Popular ponemos a discusión estas propuestas que,
creemos, pueden contribuir a gestar un movimiento democrático y revolucionario,
no como unidad –todavía– sino como articulación política que se geste como
movimiento.
Un nuevo movimiento
que:
·
Sea permanente y no
coyuntural
·
Respete la
autonomía e independencia de todas las organizaciones políticas y sociales que
lo integran. Se base en el principio de articulación desde las diversidades.
·
Fortalezca la
articulación política en perspectiva de gestar estratégicamente la unidad en la
diversidad.
·
Coordine y
dirija la acción colectiva de resistencia y ofensiva para la toma del poder. Integre una dirigencia colectiva y representativa.
·
Parta de una visión
estratégica y no restringida a lo electoral.
·
Se conciba como un
Movimiento desde y para los sectores y pueblos en condiciones de explotación,
opresión y exclusión.
·
Tenga un carácter
antiimperialista, de liberación nacional y el desarrollo soberano del país.
·
Que geste toda decisión
programática, de estrategia y de lucha como acuerdo, tomando en cuenta la
búsqueda estratégica y coyuntural.
Un movimiento que tenga como líneas de trabajo y
movimiento estratégico
·
La discusión y debate sobre
la cadena de la explotación, dominación y opresión (capitalismo, patriarcado,
colonialismo y racismo)
·
La articulación a nivel territorial y nacional.
·
La construcción de la dirigencia colectiva.
·
La movilización de resistencia desde el territorio
hacia el nivel nacional, con perspectiva de clase social y de pueblos, en lucha
por la soberanía nacional y la soberanía alimentaria.
·
La movilización nacional para la toma del poder del
Estado.
·
La formación político-ideológica.
·
La gestación de una hegemonía popular
(anticapitalista, antiimperialista, anti-racista, anti-patriarcal y
anti-machista)
·
La gestación de una economía solidaria de
autofinanciamiento para garantizar nuestra independencia ideológica y política.
·
El
hermanamiento con otros pueblos y organizaciones afines que contribuyan a
gestar las luchas compartidas.
Un movimiento que se
plantee como objetivos de un Programa Mínimo
·
De-construir y construir los nuevos sujetos políticos de la revolución
guatemalteca.
·
Luchar por los derechos humanos de todos los tipos, órdenes y ámbitos.
·
Construir un Estado Democrático, Popular, Plurinacional y Revolucionario.
·
Superar el actual modelo de acumulación de capital
mediante el establecimiento de un modelo de desarrollo basado en el buen vivir,
planificado y soberano.
·
Defender y recuperar la soberanía nacional ante los enemigos políticos,
sociales económicos y culturales, internos y externos.
·
Aportar sustancialmente a la construcción de la Patria Grande, Nuestra
América, sobre la base de la dignidad, solidaridad, complementariedad y la
defensa común en contra de cualquier forma de imperialismo.
Sirvan estas propuestas
como objeto de reflexión. Finalmente lo importante es encontrar el camino
acertado para transformar todo aquello que debe ser objeto de transformación,
sin lo cual será imposible la vida en y con dignidad.
FRENTE POPULAR
Soberanía, Dignidad, Solidaridad
¡Vamos Patria,
la lucha continúa!
Guatemala,
mayo de 2014.
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