La falta de respeto, el abuso, la
prepotencia son consustanciales a un gobierno que cree que los recursos
naturales de un país son de su propiedad. Si en algún momento se ve frenado es
por la presión social e internacional para cometer desmanes contra la resistencia
de quienes defienden estos como parte de una visión mucho más acorde con la
racionalidad que debe existir de su explotación la cual no debe reñir con la
preservación del ambiente. Y, por supuesto si esta explotación se traduce en
beneficios para, en principio, las comunidades cercanas a donde están dichos
recursos y, en segunda instancia, para toda la nación a través de un contrato
donde gane el país en primer lugar y la parte empresarial en segundo lugar. O
sea, con porcentajes mayoritarios para comunidades y nación y menores para la
empresa explotadora de dichos recursos. Como en otros países soberanos donde se
ha estructurado una ganancia de 51% para el Estado y 49% para las empresas. Ese
justo equilibrio trae implícito no solo la transparencia, sino el elemento
indispensable del resguardo de la soberanía y el respeto a la opinión de las
comunidades donde se instalarán los diversos proyectos extractivos y por
supuesto, de la nación toda.
Esta visión más equilibrada, más
equitativa es normal en sociedades que han entendido que de no serlo así la
confrontación y el conflicto derivarán como algo lógico en lo inmediato o en el
mediano plazo. Sin embargo, en Guatemala, las negociaciones que debieran ser de
Estado a Estado o de Estado hacia empresas, son manejadas por grupitos
oligarcas que manejan a este Estado como suyo y, por consiguiente, se creen dueños
de los recursos de todos. Y, quien ose oponerse a ello un enemigo del progreso
y el desarrollo. Claro, del progreso y desarrollo de esa oligarquía por
desbaratarle esos caprichitos y frenarle los jugosos negocios que de antemano
han cerrado con los otros lo que demuestra esa prepotencia inherente a esta
clase anodina que aún se cree con derechos de encomienda y repartimiento.
El generalato que nos oprime, no
que nos gobierna, pues esto requiere de una buena dosis de autoridad que nunca
ha obtenido, tiene, por lo mismo, que recurrir siempre a la represión que va
desde el crimen y la golpiza hasta el amedrentamiento y la amenaza. Esos son
sus recursos y lo serán hasta que no haya un relevo total, lo que implica una
revolución social y un relevo en las cúpulas del poder a favor de los sectores
populares. De lo contrario seguirán habiendo estos abusos y prepotencias. Si
tienen a un pelele en una pantalla denominada graciosamente Comisión de
Diálogo, es como se dice en buen chapin: “para taparle el ojo al macho”, pues,
el diálogo jamás puede existir en circunstancias donde ellos han negociado
antes con otros sobre los puntos fundamentales del negocio con ventaja,
alevosía y secretismo.
El desalojo violento del paraje La
Puya, no es más que una repetitiva acción de un gobierno estéril para la
mayoría pobre y explotada de este país, cuyo objetivo no es más que seguir
esquilmado y saqueando en aras de un enriquecimiento privado de sus su
funcionarios. Sin embargo, por su arrogante voracidad no se dan cuenta que el
cántaro ha ido muchas veces al agua y está a punto de romperse. Es un ciclo
histórico que jamás ha fallado. No obstante esa realidad, la izquierda, especialmente
aquella de cuya experiencia se esperaría un liderazgo más activo y
comprometido, sigue siendo miope y no ve
más allá de la realidad inmediata lo que la maniata para poder estar a la
altura de los hechos cometiendo errores previsibles donde muchas veces pierden
la vida inocentes y más vulnerables.
Por ello, ante la confirmación,
una vez más, que este gobierno como fiel representante de los intereses
oligárquicos nacionales y extranjeros no tiene capacidad de diálogo bueno
sería, en principio, unificar las diferentes expresiones de izquierda, sentarse
a discutir estrategias y tácticas para enfrentar la política de este Estado
represor. En segunda instancia, desconocer a esa triste figura del Comisionado
del Diálogo que no ha servido más que para mediatizar y engañar a los que han
creído seriamente en ese ejercicio y a los líderes corruptos de la izquierda
que estén en contubernio con él. En tercer lugar, unificar la condena nacional
a favor de los desalojados en cualquier parte del país. Esto dará no solo
cohesión sino una voz única que represente las luchas comunitarias. Y, en cuarto
lugar, acudir a las instancias internacionales para denunciar a este gobierno
por su engaño y desfachatez.
O la justicia es para todos o no
lo es.
¡¡¡La Puya es nuestra bandera de lucha!!!
COLECTIVO “LA GOTERA”
Guatemala, 25
de mayo de 2014
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