jueves, 16 de junio de 2011

Dejen a Libia en paz, villanos

Por Carlos Maldonado

Paradójicamente hoy 16 de junio de 2011, se celebra el Día Internacional del Niño Africano. Y, digo paradójicamente ya que en estos momentos la Organización Terrorista del Atlántico Norte –OTAN- con la nación más extremista que ha existido sobre la tierra a su cabeza: Estados Unidos, bombardea algunas ciudades libias con profusión, entre ellas Trípoli donde asesina impunemente a hombres, mujeres, ancianos y, por supuesto, a niños.


La ONU, cuya dirección se ha convertido en cómplice de los homicidios de esta organización terrorista global por su silencio y aval, no tardará en pronunciarse sobre las angustias y padecimientos de miles de niños africanos en una alocución vacua y fingida. Sufrimientos que no comparte ni siente pues los de aquellos nacen de la depredación que han sufrido sus respectivos pueblos a manos del capitalismo ladrón que devora sus riquezas y sus huestes asesinas que aniquilan a lo mejor de sus hijos.

Si África ha sido uno de los continentes más atrasados se debe, en principio a cuatro siglos de esclavismo y coloniaje que las naciones que hoy lo sofocan en guerras, lo sometieron robándole lo más granado de su fuerza de trabajo y recursos postergando para sí el desarrollo que ellos pudieron haberle impreso. En segunda instancia, en su etapa política independiente y dependiente económicamente de sus otrora esclavistas, dominado por ambiciones mercantilistas de esas naciones y las de sus respectivos jefes tribales, lo desangraron a tal punto que la conflagración fue la realidad continua y dominante engullendo en ello sus escasos recursos en vidas y materiales.

El racismo y el desprecio no han desparecido en las mentes “ilustres y brillantes” de los dirigentes de la rancia Europa y de la insolente unión americana. En sus fríos parlamentos y hemiciclos se mastican los derechos fundamentales del hombre y los principios humanistas de la convivencia pacífica, pero con esa bandera blanden la cachiporra imponiendo sus intereses mezquinos e individualistas a todos a fuerza de propaganda y adoctrinamiento y cuando no son aceptados ambos, a fuerza de golpizas, expulsiones, mazmorras, torturas y asesinatos cuyas celebraciones se agudizan con más saña contra los que no tienen la piel blanca ni comparten sus ideas de sumisión colonial.

No termina de nacer la república, diría Martí y las lágrimas que aquel derramó al pie del cadalso del esclavo negro cuyos ojos desorbitados de estrangulamiento arrancaron de su pecho la promesa de luchar por la libertad de todos los hombres, siguen fluyendo profusamente juntándose con las de los hombres y mujeres probas y con las de los niños del mundo, especialmente la de los africanitos, que hoy lloran a sus padres asesinados, secuestrados, expulsados y torturados. Humillados y despreciados.

Hasta cuando pararemos la carnicería que nos infringen los psicópatas que henchidos de palabrería humanística lanzan en nombre de la libertad y la fraternidad sus aviones no tripulados, sus misiles y sus bombas inteligentes sobre pueblos que lo único que tienen para defenderse es su verdad y su coraje.

¡Hasta cuando!

En nombre de esos niños africanos que hoy sufren y mueren en su día, exijo al Secretario de la Organización de las Naciones Unidas, Ban Ki Moon, deje de lado su champaña, sus lujos e hipocresías y cumpla firmemente el rol para el cual fue electo. Porque no lo fue para andar en salones majestuosos comiendo y tomando finezas, ni estrechando y besando manos de reyes y poderosos. Fue para hacer cumplir las resoluciones de todos los miembros de la ONU y no de un grupito de villanos y forajidos aglutinados en el tristemente célebre Consejo de Seguridad, que hoy se regodea lanzando bombas contra pueblos pobres e indefensos. ¡Cobardes que cuando desembarcan, y por eso tienen miedo de desembarcar en Libia, saben que sus armas son nada ante la dignidad y la entereza de un pueblo que tiene de su lado la defensa de su tierra!

¡Dejen a Libia en paz encogidos! ¡Desde el aire y con sus sofisticaciones son muy recios, pero en tierra son como chacales asustadizos! Ustedes saben muy bien lo que han sembrado y lo que muy pronto cosecharán. El mundo ya no es el de hace veinte; los pueblos han aprendido de sus mentiras y sus engaños. Ya no confía en ustedes, pero más que todo, cada día son más los que los odian. ¿Que señor puede vivir encerrado en su castillo por siempre? Algún día tendrá que salir y comprobará que en el bosque le acechan a quienes dañó y maltrató. Es una ley milenaria.

¡Vivan los niños!

¡Vivan en su día los niños africanos que aún en medio de su pequeñez e inocencia saben defender su tierra! ¡Saben morir por ella!

No hay comentarios:

Archivo del blog