jueves, 27 de enero de 2011

Política en Guatemala: mercado de baratijas


Por Camilo Martiano
La política en Guatemala, en estos tiempos de predominio de la “democracia” neoliberalismo, se ha ido convirtiendo en algo parecido a un mercado de baratijas, donde ávidos consumidores y curtidos mercaderes regatean las transacciones de candidaturas, vice presidencias o curules parlamentarias. La ética, la lealtad a los principios, la visión de país, la asunción de un proyecto de largo plazo, son estorbos que hay que desechar sin remordimiento.
 Es sabido que el neoliberalismo ha ocasionado una profunda fragmentación social y política, que sus valores, como el pragmatismo y el individualismo, han ganado terreno y actuado como catalizadores de la inmoralidad y la corrupción, que a través de la manipulación social ha echado raíces en los sectores más empobrecidos de la sociedad guatemalteca. La crisis de los partidos no es más que un corolario de la descomposición operada en el terreno de las ideas, de la asimilación del mercantilismo que ha terminado por imponer su lógica en el ámbito de la política, tergiversándola en sentido único de oportunismo.   

Solo así se explica que los partidos se hayan transformado en maquinarias electorales o Empresas Electoreras, que muchos de ellos se conviertan en vientres de alquiler, que una neófita en la materia integre una plancha presidencial merced a un pago realizado, que se coloquen improvisados en las listas de candidatos con el único propósito de ganar votos y nada más; que se cobren cupos para estar en la lista a candidatos, que algunos o muchos aspirantes se vendan al mejor postor, que el transfuguismo sea el pan de cada día, que se jure por Dios y por la plata, que la inmunidad parlamentaria proteja a los corruptos, que el marketing político prevalezca sobre el sustento de ideas y programas surreales, que las encuestadoras hagan buenos negocios manipulando al elector, que las campañas se conviertan en una competencia de derroche desenfrenado de dinero, que se practique el asistencialismo a mansalva, que los candidatos hagan de payasos, que no les importe el ridículo, que se eche mano a la guerra sucia, que los grandes medios de comunicación tengan el poder que tienen, que en los ciudadanos se genere la ilusión que el día de la elección están ejerciendo libremente su derecho, y que luego todos se feliciten por haber participado en una “fiesta democrática”. Vaya momento el que se vive…
  
En este contexto no es raro que para muchos personajes hacerse de una curul se haya convertido en el gran objetivo de su existencia. Para lograrlo todo vale, no interesa el vehículo en que se suban, ni en que condiciones, ni a cuál competidor sacan a codazos, ni para justificar su actitud se convierten en unos eximios sofistas. Parlamento, luego existo, parece haberse convertido en la nueva filosofía que recorre las diversas tiendas políticas, muchas de las cuales se han convertido en sangrientos campos de batalla, tal como ocurre en el PP, UNE-GANA-VICTORIA entre otros, donde fruto de estos avatares ha resultado el sacrifico de quien va y quien no va, sacrificando la cabeza quizás de buenos exponentes presidenciales. Y todo en  nombre de la sacrosanta democracia. Amen…

Hay esta vez la oportunidad de adecentar la política y abrir un nuevo rumbo para el país, a condición de navegar en una órbita distinta a la que impone la derecha neoliberal. No se quiere entender o no se tiene la fuerza necesaria y en el presente los diversos partidos que participarán en el proceso electoral son como satélites que orbitan, unos más cerca, otros más distantes, alrededor del centro de gravedad que impone el capitalismo y su modelo neoliberal. Hasta los que hace poco fungían de radicalismo ceden a la presión y como muestra de “madurez” templan su programa. Así, la derecha tendrá las manos libres para seguir imponiendo su modelo, una vez más se frustra la posibilidad de lograr los grandes cambios que Guatemala requiere.  Cambios que no son vitrinas electoreras, estos que son la presencia popular deben garantizar una fuerte participación, en aras de un poder local fortalecido desde sus cimientos, para avanzar más temprano que tarde en otra Guatemala que si es posible.

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