La
Revolución de Octubre de 1944 constituye un hito histórico en la lucha digna,
valiente y decidida del pueblo guatemalteco. Son 70 años de aquel acontecimiento histórico
que permitió construir un país soberano, digno, solidario, enrumbado en la
senda de la verdadera justicia social. Dos fueron los gobiernos inolvidables
que encabezaron esa gesta entre 1944 y 1954: los gobiernos de Juan José Arévalo
Bermejo y Juan Jacobo Árbenz Guzmán.
No
obstante el derrocamiento de la dictadura oligárquica encabezada por Jorge
Ubico entre 1930 y 1944, y los enormes avances en educación, salud, reforma
agraria, infraestructura, deporte, cultura, etc. la histórica oligarquía no cesó
en tratar de derrocar a los gobiernos revolucionarios. Fue hasta 1954 cuando
la intervención militar de Estados Unidos, la complicidad sumisa de la
oligarquía, la traición del ejército y la complicidad de la jerarquía católica,
permitieron desarrollar una campaña mediática, política y militar que logra consolidar
el golpe de Estado al Presidente democráticamente electo de Árbenz Guzmán.
A
partir de ahí, la oligarquía guatemalteca y el ejército, con la asesoría,
financiamiento, equipamiento y conducción de la Embajada de Estados Unidos, inician
un período gobierno militares, fraudes electorales, de secuestros, torturas,
asesinatos y crímenes de lesa humanidad como las masacres, para imponer el
régimen de dominación en contra de la clase trabajadora del campo y la ciudad,
de los pueblos indígenas, de los intelectuales y de todos aquellos sectores
críticos y democráticos. Este período duró más o menos hasta 1985, cuando
inicia una fase de falsa democracia tutelada por el ejército y de negociaciones
para la pacificación del país que concluye con la desmovilización de las
fuerzas revolucionarias en armas.
A
partir de 1996, se afianzan las políticas neoliberales, privatizadoras y
entreguistas, y se abre paso a una fase de despojo de los recursos naturales,
estratégicos para el país y para la vida de nuestros pueblos. Paulatinamente,
los gobiernos de Arzú, Portillo, Berger, Colom y Pérez Molina, se fueron
convirtiendo en descarados promotores, facilitadores y defensores de los
proyectos extractivos (minería, petróleo, hidroeléctricos, turísticos), de los
agro negocios de palma aceitera y caña de azúcar, y de la entrega del país a
los intereses del capital transnacional y de la oligarquía guatemalteca. Hoy,
esto sucede, a través de un gobierno militar, autoritario, corrupto y
represivo, que ha estado implementando una estrategia casi contrainsurgente a
partir de identificar como enemigo interno a los pueblos, movimientos y
organizaciones que se resisten al saqueo y la explotación.
Así,
después de los diez años de Primavera Democrática (1944-1954) y de sesenta años
de terror, explotación y saqueo (1954-2014), la tarea que se impone es la
recuperación de la perspectiva y la estrategia revolucionaria. Es decir,
recuperar el Programa de la Revolución Guatemalteca. Esto con los objetivos de: 1) Repensar el
instrumento de articulación para la toma del poder del Estado; 2) Enfrentar la
política de dominio de la clase dominante y del capital transnacional, de sus
servidores en el Estado y sus aparatos; 3) Avanzar hacia la transformación
radical del país, que nos permita construir una sociedad post capitalista.
Sociedad post capitalista que sólo será posible en el Socialismo, único
proyecto que nos permitirá convertirnos en un Estado con plena justicia social,
plurinacional y profundamente democrático.
¡Viva la Revolución de 1944!
¡Viva la Revolución Guatemalteca!
¡Viva la Revolución Socialista!
FRENTE POPULAR
Vamos Patria, la Lucha continúa
Soberanía,
Dignidad, Solidaridad
Guatemala, octubre
de 2014
1 comentario:
Estimados Amigos: Buena reseña, felicitaciones. Sin embargo, acoto que en el segundo párrafo, segunda oración el año no debiera ser 1944, sino 1954, año en que la intervención yanqui frustró nuestros sueños de libertad. Saludos.
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